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En las últimas horas de la tarde, la luz del sol se filtra por las ventanas de la sala de juegos de Lauren, cayendo sobre una pequeña mesa de té.
Hay tazas y platos de porcelana y una jarra decorada con un osito vestido con una chaqueta roja y un lazo verde. En un ángulo de la mesa, se ve un reloj despertador Mickey Mouse; al lado, algunas Barbies esperan una invitación para salir de su mansión.
Pinturas caseras decoran las paredes de la sala de juegos y una caja de zapatos junto al armario hace las veces de estante para la biblioteca American Girl.

En este paraíso infantil, Paula estaba segura de que su hija estaría a salvo.
Ya pasó un año, pero esta madre de Salt Lake City todavía titubea cuando recuerda el día en que descubrió que su hija había estado mirando en secreto videos sexuales pornográficos en el armario de su sala de juegos con amigas después de que otra niña le había pasado el dato de los videos.
“Tiene 8 años”, dijo Paula. “Todavía cree en Papá Noel y en el Ratoncito Pérez. Piensas que estás haciendo todo bien y de pronto descubres que de afuera llegó para invadirte una fuerza malvada e intrusiva. Es muy doloroso. La tristeza de la inocencia perdida. Se es niño sólo una vez”.

Cada día, miles de niños pasan horas online a través de una computadora, un teléfono inteligente, una tablet o un sistema de juegos, y en el último año, uno de cada cuatro ha visto material sexual que no quería ver, según el “Tendencias en experiencias no deseadas online y Sexting; Informe Final” del Centro de Investigación sobre Delitos contra los Niños. Más aún, un 81 por ciento del tiempo, los niños han visto esas imágenes online en su casa.
Dicha exposición no sólo genera confusión, dudas y futuras dificultades para el niño, sino que también los padres sufren, hundiéndose generalmente en la culpa dado que la infracción se produjo bajo su vigilancia.
Si bien la exposición a la pornografía es casi inevitable en la sociedad actual saturada de sexo, los expertos dicen que la forma en que los padres reaccionan a esa exposición, cómo se educan a sí mismo y los patrones de comunicación que establecen es crucial para la recuperación saludable de sus hijos –y la de ellos.
“Los padres con los cuales trabajo que logran salir adelante ven este tema y este problema como una verdadera oportunidad de conexión y crecimiento con su hijo”, dice Brannon Patrick, director de Lifestar Lehi y director de desarrollo grupal en Addo Recovery, dos programas que tratan la adicción a la pornografía. “Están mucho más cerca de sus hijos debido a este tema y sienten que están en el mismo equipo. Se trata, verdaderamente, de una oportunidad para poner en práctica una buena paternidad y una conexión saludable”.
El descubrimiento
Paula, que pidió identificar a los integrantes de su familia sólo por sus nombres de pila, recuerda todavía el día de la llamada telefónica.
Era de otra madre cuya hija finalmente había admitido haber estado mirando videos sexuales en la casa de Lauren.
Paula lo descartó como algo imposible, pero su marido Glen fue a la sala de juegos para hablar con Lauren y confirmó sus peores temores, y de inmediato protegió el iPad con una contraseña.
Algunas semanas antes, una amiga dos años mayor había alentado a Lauren a buscar “sexo” en YouTube. A partir de allí, las niñas habían accedido a videos gráficos prácticamente ilimitados, muchos de ellos violentos.
Finalmente, Paula logró que Lauren le mostrara qué buscaba y con los títulos simplemente ya se sintió mal. Paula estima que Lauren vio unos 30 videos antes de que ellos descubrieran la situación.
“Para un padre es traumático, es un verdadero trauma”, dice Patrick. “La familia que creían tener, de golpe... puede cambiar instantáneamente. Para los padres también es realmente vergonzoso. Sienten que no están a la altura, que algo hicieron muy mal. Los padres necesitan su propia recuperación. Necesitan recobrarse de ese trauma para poder ayudar a sus hijos”.
La pornografía no es lo que era hace 30 años. Ya no se trata de las imágenes estilo “Playboy” de los años Sesenta y Setenta, la pornografía actual es cada vez más violenta y gráfica, como demuestran los trabajos de investigación. Hay escenas de hombres golpeando a mujeres, que responden en forma neutra o incluso con placer, lo cual fusiona la sexualidad con la violencia y transmite mensajes erróneos sobre una sexualidad y relaciones saludables.
Cuando niños curiosos buscan información sobre el sexo y tropiezan con estos tipos de exhibiciones, comienzan a pensar que ambas cosas son sinónimos, algo que es clara y perjudicialmente falso, dice Cordelia Anderson, autora de “The Impact of Pornography on Children, Youth and Culture” y educadora con una larga trayectoria en materia de cómo promover el bienestar y evitar conductas nocivas.
“Los sectores que hacen y lucran con la pornografía... quieren que pensemos que se trata sólo de sexo”, dice. “La realidad es, tal como lo demuestran los estudios, que el contenido primordial es la violencia, la degradación y el sexo que castiga el cuerpo. Me preocupa mucho que la pornografía se convierta en el principal educador sexual de nuestros chicos y chicas”.
Paula, que hasta entonces no había tenido ninguna charla a fondo con Lauren sobre sexo, tuvo que reconocer en primer lugar que su hija no estaba viendo sexo: era pornografía.
Envió una carta abierta a otros padres en su comunidad muy unida detallando la experiencia que acababan de vivir con la esperanza de poder evitar ese dolor a otros padres.
“Es una epidemia de la que no se habla porque significa ‘Soy una mala madre’”, dijo Paula. “Significa ‘Somos sucios’, ‘No somos buenos padres’. Son todos esos mensajes”.
Perdieron algunos amigos, pero otros les dieron las gracias y dijeron que nunca se les había ocurrido pensar en el tema.
Para Paula al igual que para Anderson, no es un problema religioso o moral –tiene que ver con la salud pública.
“Mi trabajo consiste en promover un desarrollo sexual saludable y creo que la pornografía es una barrera para ello”, dice Anderson. “Si el niño simplemente la vio... podemos dar un paso atrás y decir “Son momentos de aprendizaje... (y) los dos necesitamos aprender sobre esto’. Si no contrarrestamos la pornografía, es un tipo de negligencia sexual”.
Formarse
Cada vez que Patrick hace una presentación, padres preocupados confiesan que les da miedo hablar sobre pornografía con su hijo porque temen generarle curiosidad.
“Es algo que me saca de quicio”, admite Patrick. “La realidad es que, todos sus hijos son seres sexuales y sentirán curiosidad por el sexo... por eso lo mejor es llegar a los chicos antes de que lo haga la industria de la pornografía”.
No debe ser una sola vez –una especie de “hablemos en el auto para que no puedas escapar”- sino un diálogo continuo que ponga el acento en habilidades para toda la vida como la apertura y la confianza y que elimine la vergüenza.
La vergüenza es uno de los elementos más perjudiciales para un niño que se enfrenta con la pornografía, dice Patrick, porque muchos se sienten confundidos por mensajes encontrados.
Es probable que sus padres les hayan dicho que la pornografía es mala, pero al verla, quizá les guste. De ahí que comiencen a pensar que son malos.
“Darles la norma pero que ésta no sea acompañada por un diálogo verdaderamente es vergonzoso”, dice Patrick. “El hecho de decir ‘Es mala’ no basta, en realidad es perjudicial”.
Sin embargo, iniciar un diálogo continuo y saludable puede resultar difícil e incómodo, dado que muchos padres sólo mantuvieron la estoica charla única cuando eran pequeños.
El libro “Good Pictures, Bad Pictures: Porn-Proofing Today’s Young Kids” se propone facilitar esa conversación.
Kristen Jenson oyó una historia conmovedora de una amiga cuyo su hijo había visto pornografía y a partir de entonces comenzó a acosar sexualmente a sus hermanos. Cuando buscó un libro para poder hablar sobre pornografía con los hijos y no encontró nada, decidió escribir uno.
“Lo que quiero hacer realmente es ayudar a los padres”, dijo Jenson, que nunca pensó ser una activista anti-pornografía pero que ahora está profundamente inmersa en la causa. “(Este libro) les explica a los niños en formas accesibles... a qué se enfrentan. Creo que realmente surge confianza cuando un padre o una madre dicen “Mi tarea es advertirte, protegerte del peligro. Y (la pornografía) es un peligro y yo quiero advertirte al respecto, y estarás bien, porque te enseñaré qué hacer’. Es un mensaje muy optimista y contundente”.
El libro, destinado a niños de 6 a 11 años, va haciendo descubrir a los niños el arte de tener un “cerebro pensante” y un “cerebro sensible”, y por qué es importante que el “cerebro pensante” mande y cómo la pornografía confunde todo.
Jenson y Gail Poyner, su coautora, explican qué pueden hacer los niños cuando aparece pornografía y cómo pueden responder los padres cuando se produce esa exposición. El libro salió a la venta hace apenas cuatro meses y ya se vendieron miles de ejemplares, una prueba, para Jenson, de que existe un apetito por saber cómo hablar de este tema.
“(La pornografía) no desaparecerá”, dijo Jenson. “Lo mejor que podemos hacer es estar preparados y formarnos y verla como una parte de nuestro plan de paternidad... a largo plazo”.
Filtros y monitores
Los filtros brindan cierta tranquilidad, pero los expertos afirman que “las mejores medidas técnicas de control son las que funcionan paralelamente a estrategias educativas, participación de los padres y enfoques para guiar y orientar mejor a los chicos de manera que tomen decisiones prudentes. Por eso, las soluciones técnicas pueden complementar, pero nunca suplantar, el rol educativo y orientador”, según el informe “2010 Youth Safety on a Living Internet”.
Teniendo esto en mente, las siguientes son algunas medidas de control tecnológico e informaciones adicionales en inglés que pueden ser útiles para las familias:
Conect Safely: consejos y guías que explican aplicaciones y plataformas sociales populares para los padres.
Family Online Safety Institute: investigación, datos y consejos para padres destinados a mantener a sus familias protegidas online.
MetaCert: un navegador gratuito seguro diseñado para poder evitar la exposición a pornografía en el caso de niños y también de adultos
K9 Web Protection: un sistema de seguridad de descarga gratuita para protegerse contra el malware y sitios Web cuestionables
Mobicip: un navegador seguro y gratuito (que no obstante también se puede actualizar) pensado para evitar la exposición a la pornografía
Email: sisraelsen@deseretnews.com








