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Uno de los lugares con tradiciones más arraigadas en México es Moroleón. Una ciudad de Guanajuato a la que, desde que yo era niña, mi familia viajaba, porque ahí vivía mi abuela paterna. Año tras año, en su casa, se llevaba a cabo la celebración de año nuevo: la fiesta se planeaba con un mes de anticipación, ya que había que organizar el menú y preparar el intercambio de regalos entre los más de 30 nietos. Se trataba de una celebración esperada por todos.
A las nueve de la noche la familia tenía que estar reunida en su totalidad. Mi abuela entonces, de pie en la puerta de la casa, llamaba a todos los que quisieran ir a dar gracias por las bendiciones recibidas durante el año. La iglesia quedaba a unas cuadras de la casa, en la punta de una montaña; por lo tanto, había que caminar varias cuadras cuesta arriba y subir 126 escalones. En verdad teníamos el tiempo suficiente para pensar en todo lo recibido durante el año para dar gracias. Mi abuela, sin querer, sembró una gran semilla en mí y estoy segura de que también en toda la familia.
Doña Lupe, mi abuela ya no está; sin embargo, sigo agradeciendo por su vida, por su dedicación, su entusiasmo y por el amor puesto en todo lo que hacía. Hoy mantengo viva en mí la tradición de dar gracias al finalizar el año. Ahora soy yo quien alienta a los demás, como lo hacía ella. No es necesario, sin embargo, ascender aquellos 126 peldaños para darse cuenta de las bendiciones que nos ha dejado este año que acaba; por eso, mi intención es contagiar esta emoción para que, al igual que yo, vuelvas la mirada atrás y des gracias por todo lo sucedido.
Comparto contigo el primer principio de agradecimiento: felicidad. Toma en cuenta el texto bíblico 1 de Timoteo 6:8: "Así que teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto". Para agradecer es necesario estar contento y satisfecho. No podrás dar gracias de verdad si no estás conforme con tu vida o lo que hay en ella. La virtud de dar gracias se vuelve tuya solo cuando desde el fondo de tu corazón emanan alegría y satisfacción. Así que, si este año tu familia y tú tuvieron ropa cálida para cubrirse y su alacena no permaneció vacía por mucho tiempo, es tiempo de decir: gracias.
Enumero enseguida algunas otras cosas por las cuales puedes agradecer, y te invito a que agregues algunas otras, de manera que al pie de este texto dejes tus comentarios y juntos formemos una red de agradecimiento que contagie a los demás, para que nuestra intención sea que muchas personas demos gracias por todo.
Gracias por:
La vida. Reflexiona en que tienes la maravillosa bendición de culminar este año vivo. Es probable que durante el año tuviste algunas enfermedades, pero hoy estás aquí, tal vez bajo tratamientos o con dietas especiales, quizás con algunos aparatos unidos a tu cuerpo, ¡pero considera que sigues vivo!, aprécialo en toda su magnitud. Valorar tu vida es la mayor acción de gracias a Dios. Él ha dado promesa de darnos vida, y esos medicamentos, aparatos y dietas son instrumentos-testigos de que Dios está cumpliendo su promesa en ti, porque a pesar de todos ellos, pero también gracias a ellos, seguimos vivos.
La familia. Pareja, hijos, padres, hermanos, nietos, sobrinos y tíos; por todos da gracias a Dios, porque son importantes en tu vida, aunque a algunos no los hayas frecuentado como deberías; todos son importantes y cada uno, en lo individual, forma parte de tu vida y la llena con su amor.
El trabajo o labor. Agradece porque estás siendo útil. No solo compartes tu tiempo y espacio con otros y para otros, sino también tus conocimientos, experiencias y dones. Da gracias por las retribuciones que tu trabajo trae: económicas, de reconocimiento o de grandeza humana, quizá las tres; y si es así, di doblemente "gracias".
Los amigos. Por todas esas personas que desde hace años se encuentran en tu vida y que durante este año fueron parte importante, sé agradecido; también por aquellas que no conocías y te acompañaron en este año; todos, amigos y conocidos dejaron algo en ti: te acompañaron, motivaron y aconsejaron, de todos aprendiste algo. Bendice sus vidas y da gracias por ellos.
La turbulencia. Agradece por lo que te hizo llorar y padecer; por los días tristes, de preocupación, de confusión, por la enfermedad y los disgustos, ya que ellos le dieron diversidad a tu vida, te permitieron crecer y te dieron fortaleza. La vulnerabilidad nos hace aferrarnos a lo único que tenemos, a lo que en realidad importa y vale la pena: Dios y nuestra familia; por eso debemos dar gracias.
Estas son solo algunas propuestas, pero tú puedes crear algunas más. Comparte con nosotros la historia o tradición de acción de gracias que llevas a cabo con tu familia y contagia a los demás. Puedes también incluir el espíritu de renovación a esta propuesta, y enriquecer tu lista para iniciar de maravilla el año 2014.