La familia en la iglesia SUD

“La familia es la organización básica en el tiempo y la eternidad”. Los seguidores de tres religiones mayoritarias en el estado de Utah se congregaron durante los últimos días, para asistir a algunos de sus más importantes celebraciones. Pero más allá de esta coincidencia en el tiempo, existen elementos esenciales que las tres confesiones defienden y buscan fortalecer. La familia y su importancia como elemento aglutinador de sus creyentes y transmisor de las enseñanzas morales y doctrinarias surge probablemente, como el más importante de ellos. En la 182 Conferencia General de la Iglesia SUD, sus máximas jerarquías se dirigieron a todos sus seguidores en el mundo, durante dos días consecutivos. Por estos mismos días, tanto los católicos como los judíos celebraron su fiesta de Pascua. La Pascua es un término religioso utilizado para designar su máxima festividad. Para los primeros se trata da la celebración de la resurrección de Jesucristo, mientras que para los segundos se trata de la salida del cautiverio en que estuvieron en Egipto. La Pascua de Resurrección se denomina así, porque es el misterio final que los católicos celebran para cerrar la Semana Santa, durante la cual además se conmemora la pasión y muerte de Jesús. Tanto en la Conferencia General Anual de la Iglesia SUD como en las misas papales y las celebraciones judías, se hizo énfasis en la importancia de mantener una familia unida y sólida. “¿Qué puedo hacer para erigir la Iglesia de Dios y ver un crecimiento real en donde yo vivo?”, se preguntaba el Elder David F. Evans del Quorum de los Setenta, en una de los discursos pronunciados, en la Conferencia General Anual. Pregunta que él mismo responde con unas palabras que no solo demuestran la importancia de la familia, sino para enfatizar que esta es el fundamento mismo del crecimiento de su religión. “La Iglesia crece cuando otros se fortalecen sirviendo a nuestras familias, a los miembros del barrio y “a uno” a quien el espíritu alcanza pronto”. Y agrega, para que no quede duda: “Primero, el real crecimiento de la Iglesia ocurre en las familias. Nuestro más importante empeño en este, como en cualquier otro, es siempre dentro de nuestro propio hogar y familia”. Este convencimiento se explica, porque hunde sus raíces en la doctrina misma de la Iglesia SUD, tal como lo expresó también en la misma conferencia, el Elder Russel M. Nelson, miembro del Quorum de los Doce Apóstoles con las siguientes palabras: “La familia es la unidad social más importante en el tiempo y en la eternidad. Bajo el gran plan de felicidad de Dios, la familia puede ser sellada en el templo y preparase para retornar y morar en su santa presencia por siempre”. Y profundiza más aún esta concepción de la familia, cuando añade que “Esta es la vida eterna. Esto llena los más profundos anhelos del alma humana, y el natural deseo de una vinculación sin fin con los miembros de la propia familia”. La gran mayoría de los oradores se refirieron al rol de la familia, dentro de una vida llevada de acuerdo a sus principios y convicciones religiosas. Unos enfatizaron en un aspecto y otros en otros, pero todos coincidieron en su trascendencia y su fuerza enriquecedora y apostólica. “Cuando la gente se compromete con sus familias y con los principios del evangelio, ellos empiezan a estar mejor espiritualmente y a veces temporalmente también”, dijo M. Russell Ballard, miembro del Quorum de los Doce Apóstoles. Y enfatiza diciendo, que “las sociedades son más sólidas cuando las familias se fortalecen”. Lo que caracteriza la concepción de la familia propia de la Iglesia SUD, es la naturaleza trascendente que le confiere. Para los mormones es claro que la familia como tal, pervive más allá del sepulcro y se perpetúa por toda la eternidad. Esta doctrina fue nuevamente reafirmada durante la sesión del sábado de la Conferencia General por el presidente del Quorum de los Doce Apóstoles, Boyd K. Packer, quien es la segunda máxima autoridad después del profeta. el ultimo fin La creación de la vida es una gran responsabilidad para la pareja casada. “Es un desafío mortal ser padres dignos y responsables. Ni el hombre ni la mujer pueden procrear hijos solos. Esto significa que los niños tienen dos progenitores. Padre y madre. No otro patrón o proceso puede reemplazarlo”. Difícil encontrar un pronunciamiento más categórico, sobre la importancia de la familia, del matrimonio entre hombre y mujer y de su papel como transmisores de la vida y conservadores de la especie. Pero no solo afirma que la familia es el núcleo fundamental que perpetúa y conserva la especie, sino que también, la proclama como fundamento espiritual al decir que “el último fin de toda la actividad en la iglesia es ver al esposo, la esposa y los hijos felices en la casa, protegidos por los principios y las leyes del evangelio, sellados seguramente en los convenios del sacerdocio permanente. Esposos y esposas deben entender que el primer llamado, del cual nunca pueden ser exonerados, es del uno hacia el otro y después hacia los hijos”. Y remata con una declaración profunda y enfática: “Padres y madres, la próxima vez que ustedes carguen a su recién nacido en sus brazos, podrán tener la visión interior de los misterios y el propósito de la vida. Ustedes entenderán mejor por qué la iglesia es así y por qué la familia es la organización básica en el tiempo y la eternidad”. Pero la familia no es importante para la Iglesia SUD como un elemento básico para la sociedad, la vida humana y la Iglesia, sino que también es para ellos el sitio en donde se realiza la perfección individual, mediante el cultivo de las virtudes. Así se desprende del discurso del Elder Dallin H. Oaks del Quorum de los Doce Apóstoles, cuando habla del servicio y el sacrificio, conceptos esenciales a la ética y la ascética de casi todas las religiones. Sin embargo, en la Iglesia SUD esta práctica se da de manera especialísima en el seno de la familia, como su medio más fértil y propicio para su ejercicio. “Quizás, los más familiares e importantes ejemplos de servicio desinteresado y de sacrificio sean realizados en nuestras familias. Muchos demuestran ese desinterés, mediante la adopción de niños”, dice Oaks. Y el Elder Quentin L. Cook, también del Quorum de los Doce Apóstoles de la misma manera acude a reforzar esta enseñanza, con estas palabras: “Muchos miembros aman al Señor y su evangelio, continuamente intentan vivir y compartir su mensaje, especialmente con sus familias”. familia y sacerdocio Y el elemento que faltaba, para consagrar el papel de la familia como eje central, dentro de cualquier concepción religiosa es el que tiene que ver con el sacerdocio. El ministro, pastor o sacerdote en toda religión es aquel hombre segregado de los demás y consagrado a administrar ciertos menesteres sagrados, que normalmente son reservados solo a aquel que ha recibido esta misión. La Iglesia SUD dentro de su doctrina sobre el sacerdocio, también le confiere a la familia un rol primordial. El Presidente Henry B. Eyring, primer consejero de la Primera Presidencia dijo a este respecto, durante la sesión de la Conferencia dedicada al sacerdocio lo siguiente, que ilustra debidamente lo señalado: “El gran trabajo a la vista es liderar y salvar la gran parte de Israel, por la que somos o seremos responsables: su familia… Esto requiere ser sellado por el poder del sacerdocio de Melquisedec, en el santo templo de Dios”. Y más adelante añade, “a quienes tienen el sacerdocio de Melquisedec y son padres en familias selladas se les ha enseñado qué hacer. No hay nada que suceda o tenga que sucederle a su familia más relevante que las bendiciones que los han sellado. No hay nada más importante que honrar el matrimonio y los convenios de la familia hechos o por hacer, en los templos de Dios”. El sacerdocio mismo, está enfundado en la paternidad como lo reafirma Eyring más adelante, cuando hace cuatro recomendaciones: “Déjeme sugerir cuatro cosas que puede hacer como un poseedor del sacerdocio, para enaltecer y guiar a su familia de nuevo a la Casa con el Padre Celestial y el Salvador”, dice. De los cuales tres se refieren a la familia, siendo el primero según sus propias palabras “amar a la esposa”, el tercero “asegurar que cada uno de los miembros de la familia se amen entre si” y finalmente, “conducir a la familia a la manera de Dios cuando la disciplina sea necesaria” .