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Correa: No llores por mí Argentina


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Daniel y su familia vivían en una hermosa casa en American Fork. Cuatro dormitorios, garaje para dos autos y un inmenso jardín con vista a las montañas, eran algunas de las comodidades que solían disfrutar. El trabajaba como técnico en sistemas de seguridad y con eso podía darle una vida cómoda a su familia. Dejaron su estadía en Utah tentados por una opción de trabajo en Canadá, que finalmente no prospero. Ahora viven en Argentina. El trabaja en lo mismo, colocando cámaras y alarmas, pero en este país eso no es suficiente, por lo cual, la esposa debe trabajar también. Viven en una casa a unos 50 kilómetros de la ciudad, pero sin las comodidades de antes. El mismo trabajo pero distintas realidades. Por negocios debimos viajar a Buenos Aires por una semana y como argentinos nos entristece ver en el estado que se encuentra nuestro país. En el que muchos años atrás era uno de los mejores países de Sudamérica, hoy encontramos corrupción, falta de inversión, desorganización, pobreza y delincuencia. Años y años de gobiernos "populistas" han alejado al país del mundo. Volviendo de la casa de Daniel y Adriana, donde disfrutamos de su generosidad y compañía, nos toco vivir la experiencia que día a día deben pasar aquellos que en muchos casos tienen que viajar hasta dos horas para concurrir a sus trabajos. En el momento de salir de la casa llovía un poco, por lo que, nos pareció buena idea tomar un taxi. Llamamos por teléfono a la agencia, pero ellos se negaron a enviar un auto, aduciendo que no mandan autos, en días de lluvia, a las calles que aun son de tierra. No quedaba otra alternativa, tendríamos que caminar. No fueron muchas cuadras, tal vez dos o tres, pero fueron suficientes para que nuestros zapatos se cubrieran de barro. Esta vez el trayecto lo hicimos entra risas y bromas, pero dudo que sea divertido si uno lo debe hacer a diario. Cuando llegamos a la autopista tomamos un bus urbano que venía abarrotado de gente, tanto era así, que en varias ocasiones el chofer hacia subir a los pasajeros por la puerta trasera, aun cuando eso significara que no pagarían boleto. Después de cerca de 20 minutos de un incomodo viaje, llegamos al final del recorrido. Allí nos dirigimos a tomar el tren hasta nuestra casa. La estación esta igual o peor que cuando yo como niño solía viajar. Se ve que no han invertido en nada, al menos, por los últimos cuarenta años. Al abordar el tren, lo hicimos en unos coches tan antiguos como las estaciones, pero se notaba que habían sido mejorados para que pudieran seguir rodando. Después de sentarnos y comenzar nuestro viaje, empezó un desfile interminable de vendedores ambulantes y personas que pasaban pidiendo limosna. A viva vos unos ofrecían su mercadería, algunos que vendían cd’s de música, lo hacían llevando unos grandes parlantes que a todo volumen nos hacían escuchar, aunque no quisiéramos, cumbias, música brasilera y según decían, los últimos éxitos el verano. Otros, no vendían productos, pero trataban de vendernos las mas tristes historias de pobreza. No sé si todas eran reales o no, pero de todas maneras ellos estaban allí, tratando de conseguir algunas monedas para poder sobrevivir a la crisis actual de este país. Finalmente el viaje termino en nuestra estación, tan vieja y descuidada, como la primera. Últimamente la presidenta de los argentinos ha acaparado la atención mundial con actos populistas, como fue el caso de la parodia de la estatización de una compañía petrolera. Pero, los que conocemos al país, sabemos que lo único que intentan con esto es tener algún recurso de donde sacar dinero para poder seguir llenándose los bolsillos y desviar la atención de los reales problemas de la Argentina, que en este viaje, nos ha tocado vivir en carne propia. Estas realidades, que son comunes en muchos países de Latinoamérica, son los motores que nos han impulsado a muchos a buscar nuestro "sueño americano". El mismo esfuerzo pero distintos resultados.

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Patricia Dark,Claudio Correa

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