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Cómo crear una mejor relación con un hijo adolescente

Cómo crear una mejor relación con un hijo adolescente


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En esta edición de LIFEadvice, la asesora Kim proporciona consejos para restablecer la confianza en la relación con un adolescente en crecimiento.

Pregunta:

Tengo un hijo adolescente al que amo pero con quien me cuesta relacionarme. Ha tenido problemas y ha perdido mi confianza, y ahora hay una gran distancia entre nosotros. Quiero acercarme a él, pero mis constantes preguntas hacen que se enoje conmigo, y no puedo dejar de hacerle preguntas porque no confío en él. Tiene casi dieciocho años, de modo que no vivirá conmigo mucho tiempo más. Quiero recomponer nuestra relación y lograr que vuelva a apreciarme. ¿Puede aconsejarme sobre cómo hacerlo?

Respuesta:

Su pregunta tiene muchas dimensiones, y no puedo abarcarlas todas en este artículo. Hay un excelente artículo de Janet Lehman sobre conducta adolescente de riesgo y el restablecimiento de la confianza en los hijos, y recomiendo calurosamente su lectura.

En este artículo quiero concentrarme en contribuir a que construya una relación más fuerte, afectuosa y respetuosa con su hijo adolescente, que es ya casi es un adulto y pronto se irá de casa.

El principal factor que conspira contra la calidad de su relación no es si puede confiar en su hijo, sino si su hijo puede confiar en usted. ¿Ha creado una relación de confianza en la cual su hijo pueda hablar con usted sobre todo y obtener guía, amor, validación y aliento? ¿O se ha transformado sin quererlo en el enemigo?

Teresa Graham Brett, autora del libro “Parenting for Social Change”, dijo: “La paternidad consiste en construir una relación de confianza y amor entre usted y su hijo, no en conseguir que éste sea como usted quiere. El control no puede ser más importante que el amor, la confianza, el respeto mutuo y la preocupación por el otro.”

Pienso que es ahí donde muchos de nosotros erramos. Nos preocupa más conseguir que nuestros hijos sean como queremos que el hecho de amarlos y respetarlos como individuos. Tenemos tanto miedo a fracasar como padres que olvidamos preguntar: “¿Qué necesita mi hijo?”

Si tememos aparecer bajo una luz desfavorable –algo que a todos nos pasa en ocasiones-, nuestra conducta como padres será más egoísta y controladora que afectuosa y de apoyo, y nuestro hijo lo resentirá. Hay que crear una relación donde el amor y el apoyo sean más importantes que el control y las expectativas.

Eso podría significar ser más flexibles en relación con algunas reglas y pautas. Cuando se es demasiado rígido respecto de cómo se quiere que sea un hijo, muchas veces uno se ubica en una posición de juicio y desaprobación. Eso puede transmitir que nos preocupamos más por la concreción de nuestras expectativas que por ellos. Reprender demasiado y no escuchar ni validar lo suficiente puede hacerlos sentir que estamos contra ellos.

Pero no estoy recomendando ser pusilánimes, abandonar las pautas ni permitir que un hijo haga lo que le venga en gana. Lo que digo es que si fuéramos más abiertos y afectuosos, y si aceptáramos más las ideas de nuestro hijo adolescente, así como sus opiniones y elecciones, también él se mostraría más abierto a escuchar, entender y aceptar las nuestras, y en esa posición se tendrá más influencia en él.

La licenciada en Educación Bonnie Harris dice: “Los hijos se resisten con todas sus fuerzas cuando piensan que estamos en contra de ellos –cuando criticamos, culpamos, amenazamos, reprendemos-, cuando no confían en que vayamos a entenderlos y aceptarlos.” Agrega: “A menudo los padres pensamos erradamente que nuestra tarea es enseñar a los hijos a actuar y desempeñarse en el mundo, y que si no lo hacen bien debe obligárselos mediante algún tipo de táctica de manipulación y castigo para encaminarlos.” (Tal vez también quiera leerse su artículo.)

Harris señala que eso deriva en luchas de poder, en castigos y en hacerlos sentir mal con la esperanza de que eso los lleve a cambiar. El problema es que esas tácticas no son muy motivadoras y que lo más probable es que alejen aun más a nuestros hijos y que tengamos menos influencia sobre ellos. Ese tipo de paternidad nos convierte en el enemigo y hace que nuestros hijos recurran a amigos en busca de apoyo.

Basta con pensar en la relación que tenemos con cónyuges y amigos. Si en esas relaciones nos concentráramos ante todo en controlar a las personas y en conseguir que fueran como queremos, éstas tampoco nos querrían. Sin duda la paternidad es diferente y exige cierta guía y enseñanza, pero eso puede hacerse desde un lugar de confianza y amor. En verdad se puede.

Se tendrá más influencia sobre un hijo si se tiene una relación basada en el mutuo respeto, en escuchar, en la validación y el amor incondicional, los mismos factores que generan buenas relaciones con socios, parejas y amigos.

Construir una relación de confianza, en la cual se pueda confiar en nosotros, exige tres cosas: respeto, la capacidad de concentrarse en otros y una conexión emocional estrecha. Permítanme explicar cómo funciona cada una en la relación entre padres e hijos:

Hay que ganarse su respeto: En el ámbito empresarial, nadie nos respeta ni nos pide consejo hasta que logramos cierto nivel de éxito o tenemos sólidos antecedentes de buen desempeño. Para construir una relación buena, respetuosa y basada en la confianza con nuestro hijo adolescente, primero tenemos que trabajar sobre nosotros mismos y prepararnos. Si tenemos inseguridades, reacciones emocionales exageradas a los problemas o somos propensos a una conducta inmadura, nuestro hijo no nos va a respetar ni escuchar. Recibo muchos llamados de padres interesados en asesoramiento para sus hijos –algo que podemos hacer-, pero no asesoramos a un adolescente hasta haber asesorado primero a los padres. Hay que dejar de tener miedo al fracaso y a la pérdida. Hay que dejar de preocuparse por lo que piensan de nosotros los demás. Hay que cobrar confianza y empezar a desarrollar una conducta adulta, sana y feliz. Los adolescentes tienen la inteligencia suficiente para saber si no nos sentimos felices ni armónicos, y si nuestra forma de vida no nos hace felices, ningún adolescente va a escucharnos ni a seguirnos.

Tal vez se necesite ayuda profesional para mejorar la autoestima, ver situaciones con claridad y responder de manera más madura, con mayor confianza y amor. Recomiendo obtenerla.

Hay que poder concentrarse en ellos: Eso es más complicado de lo que se piensa. ¿Les preocupa que las decisiones de su hijo los dejen mal parados? ¿Les preocupa perderlo? ¿Les preocupa fracasar como padres? ¿Les preocupa lo que piensen los vecinos? ¿Les preocupa demasiado cómo pueden hacerlos sentir los actos de su hijo? ¿Son las pautas, opiniones e ideas DE USTEDES las que importan? Todos esos temores son egoísmo y demuestran que estamos concentrados en nosotros mismos. (Ya sé que piensan que la verdad de ustedes es LA VERDAD, pero de esa forma USTEDES siguen siendo el centro.) Si se quiere construir una relación de confianza con un hijo, hay que poder hacer lo propio a un lado y concentrarse en lo que él más necesita.

Hay que tener una estrecha conexión emocional: Hay sólo una forma de crear ese tipo de conexión con otro ser humano: buena comunicación, y mucha. Eso significa una comunicación abierta, honesta, legitimadora y alentadora. Significa hacer preguntas y escuchar más que hablar. Significa valorarlos como personas y validar sus ideas. Significa ser respetuosos y pedir permiso antes de dar consejo, algo del tipo de: “¿Estarías dispuesto a escuchar una sugerencia de tu padre?” y no dar ese consejo si la respuesta es no. En mi sitio web hay una propuesta de trabajo en comunicación que enseña cómo hacerlo. Puede hacer falta práctica, así como paciencia, para restablecer la confianza si en el pasado se ha hablado más que escuchado. También hay que estar muy atentos a NO usar la vergüenza ni el miedo en el ejercicio de la paternidad. Avergonzar a alguien nos convierte en un lugar inseguro e interrumpe la conexión emocional.

Debe recordarse que en la vida toda situación tiene por objeto enseñarnos a amar en un plano más profundo. Esta situación no es una excepción. Si nos concentramos menos en cambiar a nuestro hijo y más en cambiarnos y ser mejores, podremos mejorar esa relación.

Podemos hacerlo.

Kimberly Giles es la fundadora y presidenta de claritypointcoaching.com. También es autora del nuevo libro “Choosing Clarity: The Path to Fearlessness” (Elegir la claridad: El camino a la valentía), además de asesora y conferencista.Cecilia Beltramo is a Uruguayan translator, journalist and borzoi breeder living and working in Buenos Aires, Argentina, for several years now for both local and international media. You can contact her via email at: ceciliabeltramosalaverria@gmail.c

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