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Cuatro formas de alentar una competencia saludable en los niños

Cuatro formas de alentar una competencia saludable en los niños


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Los niños aman la competencia por naturaleza. Tovah Klein, autor de “How Todlers Thrive” (Cómo progresan los niños pequeños), declaró a NPR que el impulso de competir se desarrolla en los niños aproximadamente a los cuatro o cinco años de edad, cuando empiezan a aprender cómo categorizar.

“Una vez que los niños comienzan a comparar”, dijo Klein, “dicen: ‘Un momento. En el mundo hay gente más veloz que yo. Quiero ser el más veloz.’ O: ‘Quiero ser el más grande.’ O: ‘Quiero ser el que más tiene.’”

No todos los especialistas coinciden, sin embargo, en si ese impulso competitivo es bueno o malo.

Alfie Kohn, autor de varios libros sobre paternidad y conocido crítico de la cultura de la competencia, escribió: “La competencia es destructiva para la autoestima de los niños. Interfiere con el aprendizaje, sabotea las relaciones y no necesariamente es divertida.”

Ashley Merryman, autora junto con Po Bronson del libro “Top Dog: The Science of Winning and Losing” (El líder: La ciencia de ganar y perder), no está de acuerdo. “Nos hemos concentrado demasiado en la importancia de que los niños se sientan cómodos”, declaró a CNN. Agregó: “Hacer demasiado por un hijo y proteger a los niños del fracaso” es lo peor que puede hacer un padre. Independientemente de si la competencia es nociva o no, los niños tienen una tendencia natural a competir y es probable que deban enfrentar esas situaciones en algún momento de su vida. A continuación, lo que debe y no debe hacerse para alentar una competencia saludable sin crear un monstruo.

No concentrarse en ganar

No todos pueden ganar en toda competencia, ya sea atlética, académica o sólo por diversión. Al concentrarse en el evento y no en los resultados, los niños pueden dar lo mejor de sí y, al mismo tiempo, no quedar devastados si pierden.

“Ganar no lo es todo”, dijo a NPR Kenneth Barish, un profesor asociado de psicología del Weill Medical College de la Universidad Cornell. “También es importante el trabajo en equipo y el esfuerzo por mejorar.”

David Johnson, profesor emérito de psicología educativa de la Universidad de Minnesota, sugirió que padres, entrenadores y docentes no deben exagerar las ventajas de ganar o de llegar primero.

“Si las expectativas son bajas, se hace hincapié en disfrutar la actividad”, declaró Johnson a Deseret News.

Quienes no ganaron, no obtuvieron los mayores puntajes ni llegaron primeros, deben sentir que tuvieron una experiencia agradable y que la actividad les proporcionó algo valioso.

Permitir que los niños aprendan del fracaso

Dado que es inevitable fracasar en algún momento de la vida, los especialistas recomiendan permitir que los niños desarrollen habilidades de aceptación en situaciones de escaso riesgo.

“Los padres ven el fracaso como fuente de dolor para su hijo en lugar de como una oportunidad para que éste diga: ‘Puedo manejar esto. Soy fuerte,’” dice la Dra. Madeline Levine, autora de “The Price of Privilege: How Parental Pressure and Material Advantage Are Creating a Generation of Disconnected and Unhappy Kids” (El precio del privilegio: Cómo la presión de los padres y las ventajas materiales están creando una generación de niños desconectados e infelices), en un artículo de Parent.com.

Si bien ver sufrir a un hijo puede ser devastador, docentes como Jessica Lahey han aprendido que los niños tienen un mejor desempeño cuando tienen la oportunidad de fracasar y aceptar las consecuencias.

“Año a año, mis ‘mejores’ alumnos –los que tienen una vida más feliz y exitosa- son aquellos a quienes se les permitió fracasar, hacerse responsable de sus errores y enfrentar el desafío de ser mejores personas a la luz de sus errores”, escribió Lahey en The Atlantic.

No hay que condicionar el afecto al éxito

Si bien esto puede parecer evidente, los padres pueden, sin proponérselo, transmitir a sus hijos un mensaje errado.

Un reciente artículo de Deseret News analizó un estudio de la Universidad de Harvard que determinó que es tres veces más probable que los niños y los adolescentes coincidan con la declaración: “Mis padres se sienten más orgullosos si obtengo buenas calificaciones en la escuela que si soy un miembro comprometido de la comunidad en clase y en la escuela.”

“Es bueno que los niños valoren la excelencia, siempre y cuando no se sientan valorados sólo por su excelencia”, escribió Sylvia Rimm, directora de la Clínica de Logro Familiar de Cleveland en el sitio web de la clínica. “Los mensajes de los padres de que ‘nos gustan los niños que ganan, que son los más inteligentes y que se destacan’ debería cambiarse por ‘nos gustan los niños que lo intentan, que son responsables y que hacen esfuerzos sinceros y positivos.’”

Rimm destacó que las familias muy competitivas en ocasiones pueden instilar en el niño la convicción de que ganar se relaciona con el valor personal, lo cual puede hacer que los futuros fracasos resulten imposibles de manejar de forma positiva.

Divertirse y concentrarse en las prioridades

No hace falta que los padres protejan a sus hijos del estrés de la competencia ni del fracaso, pero deben asegurarse de que la situación –un partido de fútbol, un concurso ortográfico, un juego de mesa o simplemente obtener buenas calificaciones- sea una experiencia divertida y positiva.

“Cuando se les pregunta si preferirían estar sentados en el banco de un equipo ganador o jugar de forma habitual en un equipo perdedor, casi el 90 por ciento de los niños optó por la segunda alternativa”, informó Deseret News, haciendo referencia a un estudio del Estado de Michigan.

Los niños compiten de manera natural y quieren ser los mejores, pero los padres pueden ayudarlos a entender que la competencia no se trata sólo de ganar, sino que la idea es divertirse y aprender habilidades importantes, declaró al New York Times el psicólogo David Johnson.

“Al dejar de hacer hincapié en ganar y desplazar el énfasis a la habilidad”, dijo Johnson, “el individuo y el equipo –la clase, el país, el mundo- crecerán en el proceso.” Cecilia Beltramo is a Uruguayan translator, journalist and borzoi breeder living and working in Buenos Aires, Argentina, for several years now for both local and international media. You can contact her via email at: ceciliabeltramosalaverria@gmail.c

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Emily Hales

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