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Tanto si reeligen a Obama como si dan el poder al republicano Romney, es difícil que los comicios de noviembre revolucionen la relación con Latinoamérica, relegada a un segundo plano en los últimos años ante otras prioridades en política exterior. Pero un cambio en la Casa Blanca, sí puede suponer un giro en la retórica de Washington, que en un gobierno de Romney respondería más abiertamente a los ataques de Cuba o Venezuela, según aseguran republicanos como el exembajador en Caracas, Otto Reich, o el exalcalde de New York, Rudolph Giuliani. Hasta ahora, Romney ha hecho dos promesas a la región: nombrar a un enviado especial para Latinoamérica que dependa de la Casa Blanca y crear una estructura que conecte entre sí los tratados de libre comercio, para facilitar que países como Chile, Colombia, Perú o El Salvador negocien tanto entre ellos como con EE.UU. Para el exsecretario de Comercio, Carlos Gutiérrez, que ahora asesora al candidato en lo relativo al continente, está claro que "un presidente Romney estaría muy involucrado en Latinoamérica". "Va a ser mucho más vocal y mucho más asertivo hacia aquellos que atacan a Estados Unidos. No se va a quedar callado", indica este exfuncionario del Gobierno de George W. Bush, de origen cubano. Los expertos coinciden: Romney tendría "una retórica más dura" con Latinoamérica, según el presidente del Diálogo Interamericano, Michael Shifter, y "una línea más fuerte y agresiva", para el director de programas de la Oficina de Washington para Latinoamérica (WOLA), Geoff Thale. En cambio, si Obama es reelegido, es probable que mantenga sin cambios su actitud hacia la región, con una ligera apertura hacia Cuba, oídos sordos a los ataques de Venezuela, y con México y Colombia como grandes aliados, de acuerdo con los analistas. "Sólo se puede imaginar una política más comprometida con Latinoamérica si hay una recuperación fuerte de la economía en Estados Unidos", señala Shifter. La administración de Obama, por su parte, niega haber "olvidado" a Latinoamérica, una acusación repetida entre los republicanos y que el subsecretario de Estado adjunto para Latinoamérica, John Feeley, atribuye al hecho de que el continente no aparezca "necesariamente entre los titulares de la última crisis en Egipto o Siria". "Latinoamérica y el Caribe es la región quizá de más importancia estratégica para los ciudadanos de mi país", dice Feeley. "Es un hemisferio que importa, importa mucho y esta administración le ha prestado la atención que merece", defiende. ANTAGONISMO: CUBA Y VENEZUELA. Quizá la apuesta más clara del Gobierno de Obama en la región fue su cambio de actitud hacia Cuba, con una flexibilización de viajes y remesas a la isla que supuso un importante riesgo político. En un segundo mandato, el político demócrata continuará con esa tendencia, según pronostica Thale, pero al mismo tiempo se mantendrá "cauto" para no generar "un enfrentamiento o una batalla política" sobre el tema en el Congreso, matiza Shifter. El Departamento de Estado niega que los mayores permisos de viaje supongan una apertura al Gobierno de Raúl Castro, "que básicamente es una dictadura y no permite los derechos básicos", apunta Feeley. Romney, muy crítico con esa política, parece dispuesto a regresar al esquema de Bush en cuanto a la limitación de las remesas, pero no restringiría los viajes de académicos a Cuba, adelanta Gutiérrez. "Lo que no permitirá un presidente Romney es tener una política de remesas que no tiene límites, que ayuda a que (los hermanos Castro) se puedan mantener en el poder", asevera. El también cubanoamericano Otto Reich cree, en cambio, que Romney sí acabaría con la flexibilización de viajes, que "todo lo que ha hecho es darle dinero al régimen de Fidel Castro", apunta. Si Venezuela reelige a Hugo Chávez en octubre, los ataques a Estados Unidos llegarán también desde ese país, con el que Obama mantendría "una relación tensa, pero sin enfrentamientos directos", considera Thale. Su rival republicano, en cambio, tomaría "una posición más agresiva con Venezuela", a la que enfrentará de forma "parecida a lo que vimos durante la administración de Bush", según Shifter. Un ejemplo de esa retórica ha podido verse en la campaña electoral, cuando Romney condenó rotundamente la afirmación de Obama, durante una entrevista en julio, de que Chávez "no representa una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos". Según Gutiérrez, la política hacia Venezuela "ha sido ignorarla, y un presidente Romney "no la va a tomar, y tampoco va a dudar en imponer restricciones comerciales" a Caracas si ve ataques. Rudolph Giuliani coincide en que Romney dejará las cosas claras: "una oposición más firme y más significativa contra Chávez y Castro" y "menos de este desesperado deseo del presidente Obama de querer negociar con todos estos dictadores y tiranos", según asegura. Pero esa política podría incomodar a algunos de los aliados del republicano en Wall Street, ya que Estados Unidos importa un 8 por ciento de su petróleo de Venezuela. Los ataques a Chávez no irán mucho más allá de la retórica, coinciden los expertos. ALIANZAS Y COMERCIO Obama y Romney se diferencian en su actitud ante los "enemigos" de Estados Unidos, pero tienen la misma prioridad en los lazos con sus principales aliados, México y Colombia: la estabilidad. Según Thale, Romney mantendría intacto el marco básico de la relación con México y con Centroamérica, aunque podría centrar el enfoque de la estrategia antidrogas "más en la interdicción y menos en fortalecer las instituciones de los países". Su mayor énfasis estaría en el área de seguridad, como demuestra su promesa de completar el muro iniciado en 2006 en la frontera, para "protegerla de inmigrantes ilegales y redes del crimen trasnacional", según su web oficial. En cuanto a Colombia, seguirá siendo "central" en la política de Estados Unidos bajo cualquier Gobierno, "porque es un aliado, donde hemos invertido mucho dinero en la guerra contra la droga y donde la producción de cocaína sigue siendo un problema", señala el experto. Uno de los logros más complejos del Gobierno de Obama fue el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Colombia, que junto al de Panamá le obligó a "gastar mucho de su apoyo político con el sector sindical", opuesto a la medida, recuerda Thale. Por eso, el experto ve "difícil imaginar" que en un segundo mandato el político demócrata vaya a impulsar más tratados de ese tipo, algo que el sector republicano sí espera de Romney. El exgobernador de Massachussetts ha anunciado que lanzará una iniciativa, la Campaña para la Oportunidad Económica en Latinoamérica (CEOLA, en inglés), que tratará de conectar entre sí, los tratados comerciales en el continente. "Se trata de que si un país tiene un tratado de libre comercio con Estados Unidos y Estados Unidos lo tiene con Chile, el primer país también lo pueda tener con Chile", explica Gutiérrez. "Sería como una región dentro de la región, casi como Europa, y se puede hacer de una forma muy efectiva", subraya. Esa estructura, que podría integrar a una docena de países americanos, se integraría eventualmente en la “Zona Económica Reagan”, una plataforma comercial que se enfocará sobre todo en Asia. Y para supervisarla, Romney nombraría a un enviado especial para Latinoamérica que respondiera directamente ante él, según Gutiérrez. Gane quien gane, el futuro presidente de EEUU debería enfrentar un reto que ha escapado a las últimas administraciones: el de trazar una nueva relación con un grupo de países "más independientes" y que buscan un diálogo entre iguales al que su vecino del norte "le cuesta" aún unirse, recuerda Shifter. EFE