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La invitación llego de la mano de nuestro exjefe y amigo en los Estados Unidos. Tom nos llamó una mañana por Skype y nos preguntó si queríamos ser parte de un trabajo que él había conseguido. “Seguro”, le contestamos, sin saber todavía muy bien de que se trataba, pero cada oportunidad de trabajo que se nos presenta, es bienvenida en nuestro taller de vitrales. Nos contó que sería un trabajo bastante grande en un templo, y que nos demandaría estar fuera de nuestra casa por un mes. Tendríamos que sacar todos los vitrales del edificio, colocarlos entre dos vidrios transparentes, sellarlos y volverlos a poner en su lugar. El trabajo sonaba bastante interesante y no tan complicado. “¿Quieren saber dónde es?”, nos pregunto Tom, “Si, por supuesto” le contestamos ante tanto misterio, “El trabajo es en África” lanzo él con un risa, “¿África?”, contestamos nosotros un poco sorprendidos y otro poco desconfiados, ya que pensábamos que nos estaba haciendo un broma. Finalmente, así fue, la invitación era para ir a trabajar con un grupo de ocho personas, mi esposa y yo, a Ghana. Inmediatamente, empecé a buscar por Internet más datos sobre este país, el cual yo solo conocía por haber sido su selección una de las que había jugado contra el seleccionado de Argentina en los mundiales de futbol. Realmente estábamos muy emocionados en ese momento y comenzamos con todos los preparativos para el viaje en forma casi inmediata. Enviamos nuestros pasaportes para obtener la visa a la embajada de Ghana, nos dimos las vacunas contra la fiebre amarilla, requisito indispensable para entra al país y finalmente buscamos los pasajes más convenientes para nuestro viaje. Después de mucho averiguar encontramos unos boletos a muy buen precio, saliendo desde Concepción a Santiago de Chile, de allí a San Pablo en Brasil, luego hasta Johannesburgo, en Sudáfrica, para finalmente tomar el último avión hasta Accra, capital de Ghana, en total unas 26 horas de viaje! Realmente fue emocionante toda la preparación para este viaje, nunca pensábamos que iríamos a África, y ahora estábamos a solo semanas de hacerlo. Finalmente, con todos los papeles en regla y con los pasajes comprados, le escribimos a la secretaria de Tom para decirle que estábamos listos. En su correo, ella nos escribió de vuelta algo así “Hay un pequeño problema, la gente de la Iglesia quiere que en lugar de ir en Julio vayamos en Enero”. No lo podíamos creer, los pasajes de las diez personas que vamos a viajar ya estaban comprados, la casa donde vamos a vivir estaba arrendada… ¿y ahora nos pedían posponer el viaje?, “Tom está tratando de resolver el problema, así que no se preocupen todavía” nos consolaba Amilia, procurando que no entremos en pánico. Los días pasaban y no recibíamos ninguna noticia que nos aclarara el panorama. Finalmente el correo tan esperado llego a nuestra computadora “Todo salió bien, viajamos en Julio” fue el titulo que nos adelantaba un poco del contenido del mismo. Solo faltan unos días para que viajemos, cuando está columna salga editada, estaremos trabajando en Ghana. Les prometo que tratar de ser lo más elocuente posible para hacerles sentir, con mis próximos artículos, toda la magia y el enigma que despierta ese gran continente Africano.









