Estableciendo límites en el matrimonio

Saber cuándo ponerlos. No se trata de cosas pequeñas como que ella se olvidó otra vez de traer mi crema de afeitar favorita. Los límites son útiles cuando una persona se siente usada, está resentida o piensa que no es mirada ni escuchada, o cuando experimenta problemas y comportamientos reiterados que están afectando negativamente la relación. En el libro “Boundaries in Marriage”, de Townsend y Cloud, los autores expresan que no nos casamos para complementarnos, nos casamos para crear una tercera entidad única. Para mí, es como un diagrama de Venn donde cada individuo aporta a la mesa del matrimonio lo que es, de manera que él o ella puedan ser más fabulosos de lo que podrían llegar a ser solos. Los autores sugieren que si las personas pusieron límites en la relación, cuando hay fricción ésta crece.

Ponerlos de buenas maneras. En primer lugar, verifique que no se trata simplemente de una falta de conocimiento. Si no lo es, los límites deben ser razonables, claros y fundados en lo que usted hará y no hará. Deben fijarse con amor y claridad. No son un castigo, pero es posible que sean percibidos como tales. No nos gusta cambiar ni hacer modificaciones, pero el cambio lo creamos para nosotros mismos, no estamos obligando a una persona a cambiar.

Trate de hacer estas tres cosas:

- Transmitir cómo se siente de una manera tranquila y cariñosa

- Hacer saber lo que puede y lo que no puede hacer

- Ser solidario(a) y agradecido(a) si el límite se respeta

Aplicar los límites a cuestiones dentro del matrimonio. Apliquemos lo dicho anteriormente a situaciones específicas.

Percepciones: si usted siente que lo que usted piensa o su opinión no cuentan, considere la posibilidad de decir: “Me alegra que hablemos de este tema si nos turnamos para escucharnos durante cinco minutos cada uno”. Luego ponga un temporizador y escuche. O, si siente que debe lidiar con la constante tensión de último momento de un cónyuge, puede decir: “Yo prefiero no hacer las cosas a último momento. Por eso, en tu proyecto me alegra ayudarte hasta hoy. Después, no podré ayudarte más”.

Comunicación: ante todo, pregúntese cuáles son su deseo o su necesidad para poder ser específico/a al enunciarlos. Si quiere una pareja más dispuesta a ayudar, plantéelo quizá de la siguiente manera: “Yo veo en una pareja a alguien que me ayuda a acostar a los niños a la noche o que está con ellos mientras yo preparo la cena”. Transmita necesidades claras y no amenazadoras para favorecer la comprensión.

Tiempo: Como bien señalan Townsend y Clous, las parejas saludables se potencian mutuamente. Se apoyan entre sí y alientan los sueños y aspiraciones del otro. Me gusta la forma en que The Pioneer Woman (alias Ree Drummond) aceptó el universo rural áspero de su futuro marido. Sin embargo, siguió adelante con sus inquietudes personales de una manera única y diferente. Ahora comparte sus recetas, fotos, álbumes infantiles y las meditaciones sobre la vida en su blog.

No espere con el alma en vilo que su cónyuge vea primero la necesidad. Exprese lo que desea y lo que puede o no puede hacer. Por ejemplo, puede decir: “Necesito cierto tiempo de diversión personal. Me gustaría tomar este curso de arte una vez al mes. ¿Qué día se ajustaría mejor a nuestra agenda familiar?”

Disfrutar el éxito. Es aquí donde interviene la parte de “ser solidarios y agradecidos si un límite es respetado”. Por ejemplo, usted puede decir: “Disfruté mucho nuestra charla anoche. Sentí que me escuchabas y me prestabas atención, que te preocupaban mis sentimientos y tu manera de escucharme serenamente me hizo sentir escuchado(a)”.

Los límites requieren paciencia, aprendizaje y en algunos casos un amor severo, pero con constancia y afecto, pueden crear una renovada libertad en una relación. Connie Sokol is an author, presenter, TV contributor and mother of seven. Contact her at www.conniesokol.com.