Estimated read time: 6-7 minutes
This archived news story is available only for your personal, non-commercial use. Information in the story may be outdated or superseded by additional information. Reading or replaying the story in its archived form does not constitute a republication of the story.
Los estados que usan fondos de lotería para pagar las becas universitarias deben analizar con atención quién paga y quién se beneficia, sugiere un nuevo informe de la Asociación de Universidades de los Estados Unidos, AASCU por la sigla en inglés.
El informe, titulado “Una apuesta con consecuencias”, señala que en la actualidad hay cuarenta y cuatro estados que tienen loterías y que veintiséis de ellos destinan los ingresos a la educación.
El informe de la AASCU también destaca que las becas de lotería tienen una enorme popularidad en el plano político y es improbable que se las rechace. En lugar de ello, el informe sugiere formas de modificar los programas para conseguir que operen en mayor beneficio de quienes los pagan.
Los pobres y quienes tienen un bajo nivel de educación compran muchos más boletos de lotería que quienes están en mejor situación económica, señala el informe de la analista política de AASCU Kati Lebioda, que agrega que “las familias pobres contribuyen a enviar a los estudiantes ricos a la universidad.”
“Se trata de una coalición política estable”, dice David Mustard, un profesor de administración de la Universidad de Georgia que lleva más de quince años investigando los programas de becas de lotería. “Si se intenta poner fin a la lotería, la gente de medianos ingresos se quejará de la desaparición de las becas, mientras que las personas de bajos ingresos protestarán por no poder jugar.”
En la actualidad, ocho estados usan fondos de lotería para becas y subsidios para estudios posteriores a la escuela secundaria: Florida, West Virginia, Georgia, Tennessee, Arkansas, Kentucky, Nuevo México y Carolina del Sur. “Tenemos que revisar esos programas para que funcionen mejor en términos de equidad social”, dijo Dan Hurley, vicepresidente asociado de la AASCU.
Además del problema de equidad social, Hurley destaca que los estados que destinan fondos de lotería a becas en realidad tienden a reducir el gasto en educación superior.
“Si se tiene un programa de becas de lotería con el que se está conforme, no se siente la necesidad de invertir en el plano operativo de la educación superior”, dijo Hurley.
El informe también destaca una crítica común a la lotería como forma de gravamen y señala que “después de los pagos a los ganadores, las comisiones de los vendedores y los gastos de administración de la lotería, sólo alrededor de 34 centavos por dólar que generan las loterías llegan al presupuesto del estado”.
“Deja mucho que desear”, dijo Hurley.
En resumen, declaró Hurley, “el informe destaca algunas consecuencias inesperadas de pagar las becas con loterías.”
Mérito versus necesidad
El desequilibrio entre quienes pagan la lotería y los que obtienen las becas puede resultar muy sorprendente.
En el estado de Nuevo México, indica el informe, las familias que ganan entre 20.000 y 39.000 dólares al año obtienen apenas el 30 por ciento de las becas financiadas con lotería, mientras que más de la mitad de las becas se asigna a familias que ganan más de 100.000 dólares anuales.
El programa de Georgia tenía en un primer momento límites de ingreso familiar. Al principio, ninguna familia con ingresos superiores a 66.000 dólares podía participar. En 1994 se cambió el monto a 100.000 dólares, y en 1995 se lo eliminó.
Según un informe del Proyecto de Derechos Civiles de Harvard, una encuesta de 2003 indicó que el 60 por ciento de los georgianos estaría a favor de restablecer el límite de 100.000 dólares, pero la legislatura no lo ha dispuesto.
A menudo las loterías generan una cantidad de dinero inferior a las expectativas, agrega el informe, y los retornos tienden a disminuir con el tiempo. Si se suma eso al aumento de los costos de los estudios universitarios, los menores ingresos obligan a los estados a ajustar sus fórmulas de becas.
Varias becas de loterías, entre ellas las de Florida, Tennessee, Georgia y Nuevo México, han tenido que reducir hace poco el monto ofrecido o elevar sus condiciones, lo que no hace más que aumentar las disparidades socioeconómicas, señala el informe.
Si no es posible un completo desplazamiento hacia una financiación basada en las necesidades, sostiene el informe, se podría adaptar los programas en interés de quienes más los necesitan y de las comunidades que sostienen el grueso de la lotería.
Tanto Tennessee como Georgia tratan de abordar esa desigualdad mediante programas que usan fondos de lotería para certificaciones y programas técnicos, tales como la capacitación de técnicos en calefacción y aire acondicionado, lo que puede contribuir a un buen empleo sin pasar por la universidad.
Puede accederse a los programas independientemente de los puntajes de pruebas y del promedio de calificaciones (GPA por la sigla en inglés).
Pero la pérdida neta que los programas de lotería infligen a las comunidades pobres sigue siendo en extremo elevada, destaca el informe, que sostiene que podría hacerse mucho más para devolver una mayor parte de esos fondos a las comunidades que los generan.
Sin vergüenza
Daniel Jones, un egresado de la Universidad de Georgia de veintiséis años, no se avergüenza de haber obtenido su beca HOPE con fondos de lotería. Se graduó en 2012 en seguros y administración de riesgo y ahora trabaja en finanzas para una compañía aseguradora de Richmond, Virginia.
Jones es consciente de que es probable que la gente que pagó su beca no haya enviado a sus hijos a la universidad. Por otro lado, Jones tampoco procedía exactamente de un entorno de grandes privilegios. Sus padres contribuyeron un poco durante su primer semestre, y sobre el final, cuando ya se había casado, obtuvo un subsidio Pell. Mientras cursaba sus estudios trabajó media jornada en una agencia de seguros y su esposa tenía un empleo de tiempo completo como optometrista.
Entre ambos, terminaron con una deuda de estudios de aproximadamente 25.000 dólares a pesar de la beca HOPE.
Al igual que la mayor parte de los beneficiarios de la beca HOPE de Georgia, Jones es blanco y de clase media, y dice que no conoce a nadie que juegue lotería, al menos no de forma habitual.
“Desde mi punto de vista no fue una gran paradoja”, dijo Jones haciendo referencia al hecho de que los fondos de lotería proceden de la población pobre y sin educación. “No tengo problema en usar los fondos como se lo considere adecuado. Si alguien no quiere jugar lotería, no tiene por qué hacerlo.” Cecilia Beltramo is a Uruguayan translator, journalist and borzoi breeder living and working in Buenos Aires, Argentina, for several years now for both local and international media. You can contact her via email at: ceciliabeltramosalaverria@gmail.c