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Viviendo con dos dólares por día: la nueva cara de la pobreza extrema en EE.UU.

Viviendo con dos dólares por día: la nueva cara de la pobreza extrema en EE.UU.


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El mes pasado, las Naciones Unidas se fijaron una meta ambiciosa: terminar con la pobreza extrema para 2030.

¿Qué es la pobreza extrema? Vivir con US$1,25 por da, o como lo definió recientemente Laurence Chandy, "la forma ms atroz de indigencia: una en la que las personas viven de manera tan precaria que se preocupan por cómo obtendrán su próxima comida y sienten la carga de la mera supervivencia".

Es difícil comprender que 2.200 millones de personas en la Tierra viven con aproximadamente dos dólares por día, pero un nuevo libro sostiene que este problema no se restringe al mundo en vías de desarrollo. De hecho, Kathy Edin, socióloga de la Universidad Johns Hopkins, y Luke Shaefer, de la Universidad de Michigan, descubrieron que una de cada casi veinticinco familias con niños en EE.UU. sobreviven con ingresos de US$2 por día por persona. Para poner las cosas en perspectiva, como hizo recientemente la revista Marketplace, dos dólares por día apenas si alcanzan para comprar un galón de gasolina o uno de leche en Estados Unidos.

En su nuevo libro, $2.00 a Day: Living on Almost Nothing in America, Edin y Shaefer rastrean el ascenso de la pobreza extrema en Estados Unidos y sus orígenes en la reforma del sistema de asistencia social de 1996, que puso el acento en hacer que los pobres del pías trabajen. El problema, escribe Zeeshan Aleem, es que esta red de seguridad social reformada fue "diseñada para apoyar a los pobres que trabajan", pero dejó "pocas salvaguardas para los que no pueden encontrar empleo".

Un vistazo inicial a los resultados es perturbador. Edin y Shaefer apuntan que "en 1994, 9,6 millones de niños y 4,6 millones de adultos recibían dinero de la asistencia. El programa actual cubre tan sólo una fracción de esa cifra: menos de tres millones de niños y tan sólo más o menos un millón de padres. En 1994, Aid for Families with Dependent Children —el nombre del sistema anterior a la reforma— afectaba la vida de cerca de dos tercios de las familias pobres con hijos. Ahora, tan sólo un cuarto de ellas reciben ayuda de Temporary Assistance for Needy Famlies (TANF, el programa actual)".

Y eso es sólo una parte de la historia. "En realidad, el gobierno gasta mucho más para ayudar a los pobres que hace veinticinco años", escribió Aleem para la agencia de noticias Policy.Mic. "Lo que cambió es el foco en las familias que trabajan".

De hecho, Ron Haskins, miembro superior de estudios económicos de la Brookings Institution y uno de los arquitectos de la reforma de la asistencia social de 1996, sostiene que el estudio de Edin y Shaefer cuenta tan sólo una parte de la historia. En primer lugar, las investigaciones han mostrado que no se informan todos los ingresos recibidos por programas del gobierno (en el caso de TANF la diferencia es de hasta 40%) y que "medir datos sobre consumo y compararlos con los de ingresos demuestra que la mayoría de las familias con ingresos bajos consume bienes y servicios muy por encima de sus ingresos".

En otras palabras, mirar sólo la asistencia financiera es injusto. Haskins sostiene que para hacerse una idea más completa de la ayuda del gobierno se deben considerar "los programas de nutrición, vivienda, seguros médicos y muchos otros beneficios que transfieren decenas de miles de millones de dólares a madres solteras y niños".

Uno de los principales objetivos de la reforma de la asistencia social, indica Haskins, era hacer que más gente trabajara por los beneficios, y en ese sentido la reforma alcanzó su objetivo.

El problema, escriben Edin y Shaefer, es cuando la gente no puede hallar empleo. Además de eso, la reducción de la asistencia financiera, la escasez de vivienda accesible y el costo cada vez más alto de los servicios de guardería infantil han creado una situación especialmente precaria para los estadounidenses más pobres, en particular las madres solteras. Juntas, estas tendencias han dado paso a "una nueva forma de pobreza que desafía toda noción sobre progreso económico, político y social de las últimas tres décadas", escriben Edin y Shaefer.

Para su investigación, Edin y Shaefer pasaron tiempo con gente que vive con dos dólares por día en todo EE.UU., entre ellas una esposa y madre de dos niños que tenía una "hendidura visible cerca del punto donde se pliega el brazo, resultado del exceso de pinchazos de agujas" para vender plasma sanguíneo tanto como las leyes locales lo permitan para conseguir el dinero con el que alimentar a su familia.

"Lo que aprendimos pasando tanto tiempo con los pobres que viven con menos de dos dólares por día era lo importante que eran para ellos la dignidad y el respeto. Querían, por sobre todas las cosas, ser trabajadores", le contó Edin recientemente a Marketplace. "Decían, sabes, 'me gustaría un trabajo que pagase US$12 por día, de tiempo completo, con horario regular, tal vez. Entonces podría tener cierta estabilidad y darles a mis hijos el tipo de vida con el que siempre soñé".

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Jesse Hyde

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