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Terminar con el juego del “yo no fui” – y el complejo de víctima de tu hijo.

Terminar con el juego del “yo no fui” – y el complejo de víctima de tu hijo.


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Salt Lake City- Una mañana al salir de casa, llevaba mucha prisa. Después de meterme en el carro, comencé a avanzar para salir de la cochera mientras la puerta iba abriéndose lentamente. No comprobé si había algo atrás porque nunca estacionamos ningún carro en la banqueta. Desafortunadamente, en esa extraña mañana, uno de nuestros muchachos había dejado su carro allí, Por supuesto, choqué la parte delantera de su coche.

Mi reacción: “¿Por qué dejaste el carro allí cuando te he pedido no hacerlo?

Su reacción: "¿Por qué no te fijaste, antes de salir?

“Somos realmente buenos para pasar la culpa. A los chicos les encanta el juego del “yo no fui. “No es mi culpa, mamá. Él me forzó a hacerlo.”

Un niño aprende rápido cuando escucha a sus padres gritarle a los carros que manejan despacio y lo hacen llegar tarde, o ventilan su frustración en casa acerca de cómo sus compañeros de trabajo arruinan sus oportunidades de promoción, o culpan al palo de golf número 9 por un mal tiro o al réferi por una decisión equivocada que causó que los Pioneros de Portland perdieran las finales de la NBA.

El educador Bonnie Harris explicó, “Cuando los niños más activos se sienten culpados, su interior se enfoca en la autoprotección y tratan de evitar que la culpa los meta en problemas. Actúan y aprenden como escapar y eludir la responsabilidad… Los niños con un temperamento más adaptable aceptan la falta de una forma personal, se dejan llevar por el error, aprenden que todo es por su culpa y pierden autoestima.”

El Dr. Neil Farber declara que los padres “Tienen que asumir mucho de la responsabilidad de crear estas actitudes y creencias dañinas en nuestros hijos cuando los culpamos por cosas que están más allá de su control o que están dentro de un rango normal de conducta infantil.”

¿Por qué apuntar hacia otros? Hay muchas razones: para desviar nuestra propia culpa o errores, por malentendidos, por el poder o el control o por expectativas poco realistas. Algunos padres se apresuran en culpar a los maestros o a un sinnúmero de circunstancias injustas para evitar que sus hijos se sientan mal.

Así fue el caso de un maestro de preparatoria que reprobó a tres estudiantes que copiaron en un examen. Un padre respondió, “ ¡Bueno, si su clase no fuera tan difícil, mi hijo no hubiera resuelto copiar!" Los adolescentes que son enseñados esta actitud de víctimas podrían no llegar a darse cuenta de su propio potencial.

Sobreproteger a un hijo crea una mentalidad de “yo contra el mundo cruel.” James Lehman previene contra esta práctica paterna dañina. “Si ves a tu hijo como víctima, tarde o temprano, él se verá a si mismo de la misma manera … Puesto que soy una víctima, las reglas no se aplican para mí. En esto es donde radica el peligro real. Hay reglas que acompañan al aprendizaje. Los niños que no siguen estas reglas, por lo regular no aprenden y ni cambian.

El ser padres se trata de empoderar a nuestros hijos, no victimizándolos. Ser un adulto requiere madurar. Las siguientes son tres formas de terminar con el juego de “yo no fui.”

1. Evita las palabras que orientan tu estado emocional a las acciones de otros.

"Haces que me sienta…. “si el final de esta oración es positivo (orgulloso/ feliz) o negativo (enojada), comunicamos que no controlamos nuestras emociones, sino que son el resultado de las acciones de los otros. La anterior es un ejemplo típico de la actitud de culpar a los demás. Pagamos un precio muy alto para desacreditar nuestra habilidad de escoger.

Intenta usar estas oraciones que comienzan con un yo me siento: “Me siento feliz cuando… Me siento enojado cuando…”

En esencia estamos indicando, “Escojo estar (agrega una emoción cuando tú (agrega una conducta).” La madurez emocional requiere humildad sincera.

2. Crear situaciones orientadas en lugar de situaciones para culpar a otros.

Cuando surge un problema pregunta, “¿Qué pasó aquí? (reunir información). En lugar de, “¿Quién hizo esto? (acusando). Una frase comprensiva ayudará a un niño a sentirse más seguro al compartir la verdad. Los padres y el hijo se enfrentan a la acción incorrecta más que a la persona que la hizo. Ellos avanzan. Lo siguiente es, “¿Qué podemos hacer con respecto a esto? (orientar hacia la reparación del daño).

3. Enfocarse en tomar la responsabilidad completa.

Si llegamos gritando y atacando, ¿qué niño no intentaría escaparse? En lugar de un ¿por qué reprobaste un examen? De forma calmada pregunta, ¿De quién es la responsabilidad de aprender los temas del examen? Cambia la conversación de empezar a culpar a asumir responsabilidades.

Mi vecina enseña química en una preparatoria, y estaba subiendo las calificaciones del semestre. Se quedó sorprendida de ver que un alumno excepcional, quien siempre había entregado cada tarea, le faltaba un reporte de laboratorio. Esa “F” le bajo su promedio final de una “A” a una “B+”. La maestra estaba segura que el estudiante había hecho el trabajo, así que cambió la “F” con una “A”. Al siguiente día el estudiante llegó y dijo. “Hay un error en mi calificación.” La maestra respondió, “Lo sé. La cambié por una ‘A’. El estudiante dijo. “No, no es eso. Mi casa se quemó aquella semana y no hice la tarea. Quiero que me deje la “F” porque es lo que obtuve. Myrna del Carmen Flores es maestra de inglés y madre de dos jóvenes. Puedes contactarla en llamas_m4rk@hotmail.com

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