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El epicentro de la reciente oleada de inmigración ilegal en Estados Unidos es apenas una franja de 8 kilómetros (5 millas) en el sur de Texas, hoy un punto caliente para el ingreso de migrantes sin autorización, traficantes de personas y los cárteles de la droga.
Esta parte de la frontera entre Estados Unidos y México, muy cerca de la localidad de Mission, Texas, está repleta de cámaras, torres de vigilancia y patrullas fuertemente armadas.
Tan sólo desde octubre, la Patrulla Fronteriza del sector del Valle del Río Grande detenido a más 194.000 personas, casi el triple que la de cualquier otro sector. La mayoría procede de Centroamérica y muchos son niños.
A menudo ellos mismos se entregan a los agentes nada más cruzar el río, sabiendo que tarde o temprano serán puestos en libertad.
A los padres con niños pequeños y a los niños que viajan solos a menudo se les permite permanecer en Estados Unidos mientras sus casos migratorios se resuelven, un proceso que a veces puede tomar años.