Estimated read time: 7-8 minutes
This archived news story is available only for your personal, non-commercial use. Information in the story may be outdated or superseded by additional information. Reading or replaying the story in its archived form does not constitute a republication of the story.
Pregunta:
Tengo la tendencia a dejar que las personas me hagan sentir culpa y termino haciendo cosas que no quiero hacer. Por ejemplo, mi madre: no puedo decirle que no, o tal vez el problema es que ella no acepta que le diga que no. Siempre emplea la lógica para replicar a todo lo que digo. ¿Acaso soy demasiado simpático? ¿Tienes algún consejo para mí?
Respuesta:
Tu problema no es ser demasiado amable. Tu problema es que eres débil y le temes a lo que los demás piensen de ti. No es un problema de “simpatía”, sino de miedo. Tienes tanto miedo de quedar mal, de sonar antipático o egoísta, que antepones los deseos y necesidades de los demás a los tuyos. Eres demasiado altruista, y sí, eso es un gran problema.
Cuando te sacrificas constantemente por los demás, todos quedarán contentos contigo y les gustarás a todos; todos, excepto tú mismo.
El problema es que la mayoría de ustedes piensa que solamente hay dos opciones cuando alguien les pide hacer algo que no quieren hacer. La opción uno es decir que NO y lastimar o decepcionar al otro, que podría apreciarlos menos (o pensar que son unos egoístas), lo que suena terrorífico para aquellos de ustedes que ya temen no ser lo suficientemente buenos. Esta opción también da la impresión de que ustedes se valoran más que el otro, lo que se siente mal.
La opción dos es traicionarse (y valorar más al otro que a uno mismo) y darle al otro lo que quiere. Esta opción parece más segura porque incluso si ustedes no se sienten contentos, por lo menos les parece seguro que al otro le gustan y los aprueba. Esta opción parece más recta y cariñosa, pero al mismo tiempo los deja sintiéndose alienados.
The good news is there is a third option (one that many people don’t know exists). Instead of being strong and selfish, or loving and weak, you can learn to be strong and loving at the same time. In this place you accurately value yourself and the other person the same amount. You can clearly see everyone's needs as worthy of being honored, yours and theirs. In this place you strike a healthy balance between standing up for yourself and honoring your needs, and sacrificing to serve, love or give to others. If you want to be emotionally happy and healthy you must have this balance.
La buena noticia es que existe una tercera opción (una cuya existencia muchos ignoran). En vez de ser fuerte y egoísta, o cariñoso y débil, puedes aprender a ser fuerte y cariñoso al mismo tiempo. En esa posición, puedes valorar a la otra persona y a ti mismo por igual de forma certera. Puedes considerar que las necesidades de todos merecen ser respetadas, tanto las tuyas como las de los demás. Con esa postura, logras un equilibrio saludable entre hacerte respetar y respetar tus necesidades y el sacrificio por ayudar, amar o dar a los demás. Si quieres ser feliz y saludable emocionalmente debes alcanzar ese equilibrio.
Si no alcanzas un equilibrio entre dar y recibir tendrás problemas en tus relaciones. Puede que empieces a sentir resentimiento contra las personas por las que te sacrificas constantemente y que ellas dejen de apreciar tu sacrificio, porque pasarán a darlos por hechos. Es posible también que tengas la autoestima baja (si eres demasiado altruista) porque todo el tiempo estás alimentando la idea de que los demás son más importantes que tú.
Para poder corregir esta tendencia a traicionarte a ti mismo, debes adoptar algunos principios nuevos de verdad sobre tu valor y tu vida. Lee con frecuencia los siguientes principios:
Principio 1: lo que los demás piensen de mí es irrelevante. Soy el mismo independientemente de lo que piensen. Su opinión no afecta ni altera mi valor. Tengo el mismo valor infinito y absoluto les gusten o no mi persona y mis decisiones. No necesito su aprobación. Tan sólo los amo, así como a mí mismo, tal como seamos.
Principio 2: les enseño a las personas cómo tratarme por la forma en la que me trato a mí mismo. Respeto mis propias necesidades porque quiero que los demás hagan lo mismo. Si siempre priorizo las necesidades de los demás, estoy enseñándoles que mis necesidades no son importantes. Creo que todos los seres humanos poseen el mismo valor y que todos somos igual de importantes.
Principio 3: si me falto el respeto a mí mismo y dejo que la gente me mandonee, no me respetarán. La debilidad nunca es respetada. Puede que piense que con mi sacrificio y mi amor me ganaré su aprobación, pero ¿realmente quiero que me aprueben si me cuesta el respeto? Al final, crearé lo que temía. Aunque haga lo que quieran, me despreciarán. Si me aseguro de atender mis propias necesidades, la gente me respetará por ello.
Principio 4: Atender mis propias necesidades no es ser egoísta. La Biblia dice que ames a tu prójimo “como” a ti mismo, no “en lugar de” a ti mismo. Esto significa que tengo tanto valor e importancia como todos los demás. Cuando respeto mis propias necesidades le demuestro al mundo que todas las personas merecen ser respetadas. Nadie es más importante que los demás. Debería priorizar mis necesidades y deseos a los de los demás algo así como la mitad de las veces. Eso no es egoísta, es saludable.
Principio 5: si no me amo a mí mismo, no soy realmente capaz de amar a los demás. Si no me valorizo, básicamente tengo un balde vacío, lo que hace que siempre esté necesitado. Con ese punto de partida, realmente no tengo nada que ofrecer a los demás. Si les doy algo desde ese punto, lo que doy viene con condiciones, porque necesito que me den algo a cambio (aprobación). Con ese punto de partida, todas mis conductas amorosas son impulsadas por mi deseo de que me validen. Eso no es amor. El amor verdadero sólo puede suceder cuando siento la misma cantidad de amor propio que de amor por el otro. Cuando me amo a mí mismo, puedo dar lo que hay en un balde lleno; las personas lo sentirán y apreciarán mucho más lo que les dé.
Utilizando esos principios de verdad para orientarte, te recomiendo que redefinas tus límites y escribas algunas reglas para ti mismo respecto a cuándo decir que SÍ y cuándo que NO. He aquí un ejemplo:
Yo suelo dar con frecuencia, pero también digo que NO a lo que me piden los demás si hacerlo:
— Hiciera que me ofendieran por habérmelo pedido;
— Me hiciera sentirme alienada;
— Me obligase a perder de vista algo importante para mí;
— Me llevara al borde de la locura.
Esto es amar para cualquiera. No necesito temer cómo se sentirán los demás si digo que no. Sé que es lo correcto para mí, y eso es suficiente. Les diré con amor que no puedo hacerlo (sin tener que explicar por qué). Al final, me respetarán por mi fuerza y por mi amor.
Ayuda mucho que te tomes un minuto para escribir en el papel cómo te vas a sentir y comportar exactamente la próxima vez que tu madre trate de hacerte sentir culpable para que cedas. Si ella no acepta tu no cariñoso, dile: “Mamá, ¿hay algo más que pueda hacer para mostrarte que te amo y te respeto si no puedo hacer esto?”. Fíjate si hay otra forma de mostrarle que la amas, algo que funcione para ti.
Es realmente muy difícil hacerlo cuando alguien en tu vida es excesivamente egoísta y no respeta tus necesidades, y algunas veces puede ocurrir que debas dejar que tu mamá se enoje contigo y procese su frustración. Es ella quien elige molestarse, y nada de eso te incumbe. Déjala enojarse, pero no permitas que eso afecte tu autoestima. Recuerda que el que ella elija enojarse no significa que te equivocaste al decirle que NO. Su opinión y sus sentimientos no afectan tu valor.
Si realmente te cuesta lidiar con este problema, te recomendaría buscar ayuda profesional para enfrentar el miedo y reconstruir tu autoestima. Haría toda la diferencia.
¡Tú puedes! Kimberly Giles es fundadora y presidenta de claritypointcoaching.com. Ella también es autora del nuevo libro “Choosing Clarity: The Path to Fearlessness", consejera de la vida y oradora.








