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Cuando queremos un cambio pero parecemos encontrarnos sumidos en seis pies de lodo emocional, hay que probar este método de tres pasos. Es simple, factible y genera impulso para iniciar el cambio.
Calma. Para saber lo que necesitamos o queremos cambiar, hay que ponerse cómodo en un lugar tranquilo, aunque sólo sea durante quince minutos. Se puede contratar una niñera, hablar con el cónyuge o llegar a un acuerdo con un amigo. Hay que tomarse el tiempo necesario para reflexionar sobre la propia vida.
Lao Tse Tung dice: “Hay que estar inmóvil como una montaña pero fluir como un río.” Al darnos permiso para escuchar nuestros sentimientos y pensamientos más íntimos, mente y alma coincidirán.
Paso 1: ¿Qué es lo que funciona? Con demasiada frecuencia, cuando queremos cambiar nos concentramos en todo lo que anda mal, tanto en nosotros como en nuestra vida. Hay que empezar por lo bueno, con aquello en lo que tenemos éxito. Enumerar al menos tres a cinco cosas que hacemos o hayamos hecho bien. O preguntarse: “¿Qué desafíos he superado en el último año? ¿Y en la vida? ¿Qué hábitos he abandonado? ¿Qué nuevos hábitos he adquirido? ¿Qué características buenas tengo?” Así nos basaremos en elementos positives al empezara hacer cambios.
Paso 2: ¿Qué es lo que no funciona? Considerar los principales puntos que nos hacen difícil funcionar o experimentar alegría. ¿Las finanzas? ¿Una relación? Enumerarlos por escrito, como si estuviéramos observándonos. Debemos ser honestos, amables y sinceros con nosotros mismos. No se nos asignará una mala calificación, de modo que debemos permitirnos sentir qué es lo que no funciona y verlo con objetividad, sin emitir juicio.
Paso 3: ¿Qué podemos hacer de otra manera? Hace años creé una fórmula de cambio: interno + externo = eterno. Al hacer un cambio, se puede empezar por lo interno o por lo externo, pero para que perdure necesitamos ambas cosas.
Para hacer un cambio interno hay que considerar, “¿Cuál es el motivo?” Hay que determinar la raíz del deseo o del estrés. ¿De dónde surge? Luego hay que buscar por dónde comenzar. Hay que mirar hacia atrás. Por ejemplo, si decimos que tenemos 20 kilos de más, ¿cuál es la razón? Se debe a que como cosas que no son buenas. ¿Por qué? Porque me siento estresado, aburrido y enojado, y ese es mi recurso para sentirme bien. Luego se puede decir: “Ah, motivos emocionales. De acuerdo, puedo solucionarlo.”
Para hacer un cambio externo, debemos concentrarnos en un nuevo hábito. En esa misma situación, tal vez la persona comience con un nuevo plan de comidas que sea factible y practique hasta que el aspecto interno se ponga en marcha.
Nota sobre un nuevo hábito: hay que acordarse de elegir un solo hábito y concentrarse en eso con la fuerza de un rayo láser hasta que se perciba un cambio. Cada vez que se practica el hábito, se hace girar la rueda del cambio. El escritor Jim Collins dice en “Good to Great” (De bueno a excelente) que lo que llevó a empresas de buenas a excelentes fue empezar a mover con perseverancia esa rueda hacia el éxito. “¿Fue el primer impulso? ¿El segundo? ¿El quinto? ¡No! Fue la suma de todos en una acumulación de esfuerzo aplicado en una misma dirección.” Cada decisión cuenta.
Esta breve evolución de retorno a lo básico es mágica. Hay que elegir un objetivo, alcanzarlo durante una semana, luego evaluarlo con esas tres preguntas. Nos sentiremos destrabados y más concentrados en encontrar ese lugar de bienestar. Connie Sokol is an author, presenter, TV contributor and mother of seven. Contact her at www.conniesokol.com.
