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Johnson incluyó a hispanos en su defensa de derechos civiles

Johnson incluyó a hispanos en su defensa de derechos civiles


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Hace 50 años, el presidente Lyndon B. Johnson pidió ante una sesión conjunta del Congreso que respondiese a las brutales golpizas de manifestantes en Selma, Alabama, aprobando una ley electoral que "abra la ciudad de la esperanza a toda la gente de todas las razas".

Al conmemorarse esta semana el 50mo aniversario del "Bloody Sunday" (Domingo Sangriento) se evocarán eventos en los que "los verdaderos héroes", como dijo Johnson, fueron "los negros estadounidenses", y poco se hablará probablemente de la exhortación que hizo Johnson en su discurso a que se incluyese a los mexicanos en la lucha por la igualdad.

"Fue un momento clave para Johnson y para los mexicano-estadounidenses", expresó Julie Leining Pycior, profesora de historia del Manhattan College. "Y sin embargo, es un momento que ha pasado casi totalmente inadvertido".

Las imágenes televisivas de manifestantes que eran reprimidos violentamente, golpeados y a veces pisoteados por caballos de la policía, que usó también gases lacrimógenos, durante una marcha desde Selma hasta Montgomery, la capital estatal, causaron furor y más manifestaciones en todo el país. Los incidentes del Bloody Sunday movilizaron a los líderes nacionales, que terminaron aprobando la Ley de Derecho al Voto de 1965.

En su discurso ante el Congreso, Johnson habló apasionadamente de la pobreza y de la igualdad de derechos. Dijo que esos temas lo habían sensibilizado mucho desde que observó de joven la discriminación de los mexicanos siendo maestro en una escuela segregada de Cotulla, Texas, en la década de 1920.

William Bonilla, un abogado jubilado de 84 años de Corpus Christi, Texas, presidía la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos en 1965, por entonces la organización hispana de derechos civiles más grande del país. Johnson le había comentado en privado de su experiencia en Cotulla, relató Bonilla, y escuchar al presidente hablar del tema en un discurso a toda la nación fue un momento muy emotivo para muchos mexicanos.

"Era obvio que jamás se olvidó de esos estudiantes. Era sincero", afirmó Bonilla.

Según transcripciones de grabaciones de Johnson del Centro Miller de la Universidad de Virginia, Johnson le dijo a Martin Luther King Jr. acerca de su deseo de "igualdad para todos" mucho antes de la primera de tres marchas en Selma, la cual tuvo lugar el 7 de marzo de 1965.

El 15 de enero de ese año, en que King cumplió 36 años, Johnson le devolvió una llamada a King y le dijo que la ley electoral sería mejor si "lo ampliamos (al voto), a negros, mexicanos o quien sea".

"Correcto", respondió King.

Johnson agregó que esa legislación sería "el logro más grande de su gobierno", a lo que King replicó: "Así es. Así es".

Cuando hizo campaña a lo largo de la frontera con México para una banca en el Senado nacional en 1948 y nuevamente en 1954, Johnson tomó nota de los efectos que la pobreza y la discriminación tenían en muchos mexicanos. Una de sus primeras medidas tras asumir la presidencia fue arreglar el entierro en el Cementerio Nacional de Arlington del soldado Félix Longoria, muerto en la Segunda Guerra Mundial y enterrado en las Filipinas.

Los restos de Longoria fueron traídos de vuelta a Estados Unidos unos pocos años después y el director de una funeraria de Texas le dijo a la viuda del soldado que no podía dejarla usar la capilla porque "a los blancos no les gustaría". Johnson intervino y Longoria fue enterrado en Arlington en 1949.

"Johnson comprendió el racismo y la pobreza a partir de la experiencia de los mexicanos", señaló Brian Behnken, profesor de historia de la Universidad Estatal de Iowa y autor de un libro sobre la lucha por los derechos civiles en Texas. Pero no puso mucho énfasis en el tema para no provocar a los segregacionistas, según Behnken.

Eso cambió cuando Johnson llegó a la presidencia.

Horrorizado por la brutalidad de la policía de Selma, Johnson vio una oportunidad de "liberarse" vinculando la lucha por el derecho al voto con las batallas que libraron 37 años antes sus estudiantes pobres de Cotulla, de acuerdo con Pycior.

"Pocos podían hablar inglés y yo no hablaba mucho español", dijo Johnson. Los estudiantes eran pobres, tenían hambre y sabían que la gente los odiaba, pero no sabían por qué, indicó Johnson, y a menudo deseó haber podido hacer algo más por ellos.

"Uno no se olvida de lo que pueden hacer la pobreza y el odio cuando ves las cicatrices en el rostro lleno de esperanza de un niño", afirmó.

Agregó que nunca pensó que tendría la oportunidad de ayudar a los hijos de esos estudiantes y a otros como ellos.

"Pero ahora sí tengo la oportunidad", dijo Johnson. "Y te diré un secreto: pienso hacerlo". El Congreso aprobó la Ley del Derecho al Voto a comienzos de agosto de 1965 y Johnson estampó su firma el 6 de ese mes.

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Associated Press

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