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Tanto expertos como padres coinciden en que el aprendizaje social y emocional –la llamada “inteligencia emocional”- es la clave del éxito en muchos ámbitos de la vida. Desarrollarla es un proceso que se inicia temprano y que los padres pueden abordar con gran determinación.
Desde la época en que su hijo Ethan gateaba, Jennifer Miller trató de ayudarlo a encontrar maneras apropiadas de expresar sus frustraciones. Si mordía, golpeaba o tenía berrinches –algo perfectamente normal para un bebé frustrado, pero no agradable para los que están a su alrededor- le preguntaba cuáles eran sus otras opciones.
¿Podía, en cambio, golpear una almohada? ¿O rugir como un león? ¿Correr en círculo o zapatear? Cómo podía expresar su enojo sin lastimar a otros, preguntaba Miller, experta en desarrollo infantil.
Apenas manifestaba su rabia de un modo más apropiado, ella lo enviaba a un lugar tranquilo que habían construido juntos con almohada y osito, crayones y papel. En ese lugar “de serenidad”, Ethan, que ahora tiene 7 años, se aferraba a su manta y simplemente respiraba.
Los Miller, que viven en Columbus, Ohio, hacían algo que recibe los nombres de: “aprendizaje social y emocional”, “desarrollo del carácter”, “inteligencia emocional” y hasta “ciencia de la prevención”. Más allá de la etiqueta, es un elemento crucial de la crianza de los hijos para que éstos sean miembros responsables, amables y valiosos en cualquier comunidad.
En una encuesta para Parent Toolkit de NBC, mamás y papás estadounidenses enumeraron las habilidades sociales y de comunicación como la parte más importante del éxito futuro de un niño. The Collaborative for Academic, Social and Emotional Learning dijo que enseñar habilidades como empatía y escucha activa y utilizar el trabajo en equipo para resolver problemas no sólo ayuda a los niños a desarrollar rasgos positivos, sino que previene conductas poco saludables y de alto riesgo. Los niños en las escuelas donde se enseña inteligencia emocional obtienen puntajes 11 por ciento más altos en los exámenes académicos, según el centro de colaboración, un proyecto nacional para promocionar la idoneidad académica, social y emocional que está destinado a los estudiantes.
Los expertos dicen que la inteligencia emocional incluye la autoconciencia, la autosuficiencia, la conciencia social, las habilidades para relacionarse y la toma de decisiones responsable. Los padres pueden abordar su desarrollo con gran determinación.
Cómo empezar
Josh Berry de Lincoln, Nebraska, dijo que con su esposa, Trisha, quieren criar a sus cuatro hijos de manera que sean buenos ciudadanos y líderes de la comunidad. Esperan que los más pequeños, que van de 1 a 7 años, retribuyan a otros y sean creativos, curiosos y respetuosos.
Están cultivando activamente esos rasgos. Trisha Berry describe una fiesta que organizaron en abril, cuando muchos de sus familiares cumplen años. La hija mayor, de 7 años, hizo tarjetas de cumpleaños para todos. A cada uno le dieron un pastelito con una vela de cumpleaños. Estas actividades dan una idea a los niños de que las otras personas son muy importantes.
Si la capacidad para cuidar, para escuchar atentamente y para comunicar no se fomenta, puede quedar adormecida, dijo Trisha Berry, directora de consultores de gestión en Talent Plus.
“Entender cómo comprender, cómo relacionarse y cómo interactuar con las personas es esencial para atravesar con éxito los años adolescentes y adultos”, dijo Josh Berry, director ejecutivo de VentureTech, que ayuda a los emprendedores a desarrollar empresas emergentes de software exitosas. La pareja también dirige “Family Bos”, que vende kits llenos de actividades relacionadas con la religión para que las familias lleven a cabo juntas.
Alimentar la inteligencia emocional es algo que empieza muy temprano. Cuando una mujer embarazada le canta a su bebé en el útero para que deje de patear o el Papá cambia el pañal recién mojado del bebé, esa sensibilidad enseña al hijo que el padre/madre está ahí para subvenir a sus necesidades y pone en evidencia una empatía, dijo Miller.
Los padres pueden ayudar inclusive a los niños pequeños a aprender a auto-dominarse y manejar las emociones ayudando a un niño a explorar mejores formas de expresar sentimientos negativos. “¡Basta!” no desarrolla la inteligencia emocional; preguntar “¿Cuál sería una mejor manera de expresar frustración?” sí.
Barbara Harvey dijo que los niños necesitan un vocabulario emocional –la posibilidad de expresar sentimientos no sólo de estar “triste” o “enojado” sino matizados como “afligido” o “frustrado” o “ansioso”.
Ya en el jardín de infantes, los niños deberían poder ejercer cierto control, dijo Harvey, director ejecutivo de Believe in Parenting, un organismo en Atlanta que trabaja con iglesias en el desarrollo de programas para padres. “Yo quería ese crayón rojo y Jamie se lo quedó. Aunque me siento frustrado, no voy a golpearlo para quitárselo”, dijo.
Ese control demuestra estadios críticos para el aprendizaje emocional: reconocer las propias emociones, nombrarlas, luego decidir cómo interactuar al respecto, dijo Harvey.
“Sin darse cuenta, padres bienintencionados desvían la inteligencia emocional de los niños tratando de protegerlos de las conmociones emocionales normales en sus vidas”, dijo Susan Bishop de Richmond, Virginia, vicepresidenta ejecutiva de las guarderías Rainbow Station. Sus guarderías aplican un programa llamado “Leader in Me” basado en los principios de “Seven Habits of Happy Children” de Sean Covey.
“Creo que muchas veces los padres niegan a los niños la posibilidad de elaborar sus emociones y la solución normal de problemas –que está bien sentirse triste, está bien sentirse enojado… Los padres bienintencionados quieren que sus hijos nunca sientan los sufrimientos de la vida”, dijo Bishop.
Pero eso paraliza a los niños social y emocionalmente, llevándolos a tener dificultades con la compasión, la responsabilidad y el trabajo en equipo, entre otras cosas.
Rainbow Station puede cuantificar algunos resultados desde que comenzó a centrarse en ayudar a los niños a ser comprendidos y comprender a otros, dijo Bishop. Cada golpe y magulladura son evaluados por una enfermera escolar, para poder saber cuántos fueron causados por astillas, por bicicletas, por correr en el patio –y por altercados interpersonales.
Desde que se inició el programa, hizo un seguimiento de las consultas por lesiones derivadas de interacciones en un grupo de 150 niños, observando cómo fueron disminuyendo en forma constante desde 303 en 2009 hasta 29 el año pasado.
“Sé que hay variables extrañas y confusas en estos datos, pero demuestran una disminución del 90 por ciento en traslados a la enfermería debido a conflictos entre los niños”, dijo Bishop. “Resuelven mejor los problemas, se comunican, se auto-controlan y empatizan con el punto de vista de los otros. Es una madurez que generalmente está fuera del alcance en los preescolares”.
No demasiado tarde
Si bien los primeros años son importantes para desarrollar la inteligencia emocional, los padres pueden favorecer el aprendizaje social y emocional a cualquier edad, dijo Miller. La escuela media, por ejemplo, es socialmente difícil. Es de gran ayuda que los adultos demuestren que creen que un chico puede manejar y resolver los problemas vinculados a la amistad. Los padres que proponen demasiadas sugerencias o que le dicen a un chico qué hacer contribuyen a una falta de confianza y a veces los chicos no desarrollan habilidades, dijo Miller.
Es como un chico que tiene dificultades con la matemática. No se le puede decir “Quizá simplemente no eres bueno/a en esto. Yo no lo era”, dijo. “Los padres deben expresar la confianza en que con tiempo, paciencia y esfuerzo, su hijo o hija pueden dominar todo”:
Los chicos en el secundario necesitan ejercitarse en la toma de decisiones responsable. Los adolescentes están creciendo en el territorio de las opciones de adultos, como cuestiones de seguridad de alto riesgo. Es importante que desarrollen un pensamiento consecuencial. “Necesitan mucha experiencia en hablar sobre causa y efecto”, dijo Miller. “Si haces esto, ¿cuál te parece que será el resultado? ¿Qué consecuencias tendrá para tus amigos, para ti mismo, para otros?”
Hacer buenas preguntas es fundamental si se quiere un hijo emocionalmente inteligente.
Pensar en las consecuencias para otros ayuda a los niños a desarrollar empatía, algo que surge reiteradamente al hablar de la inteligencia emocional. Los niños también desarrollan empatía a través de las oportunidades de servicio y siendo sensibles a quienes los rodean y cómo pueden mejorar sus vidas.
Para Miller, el servicio también da a los niños un sentido de autonomía, de pertenencia y de idoneidad.
El trabajo en equipo es una excelente manera de desarrollar inteligencia emocional, y la música ayuda a desarrollar esa habilidad, dijo Alexandra Eaton, asesora de políticas legislativas en la Asociación Nacional para la Formación Musical en Reston, Virginia. Un trompetista joven excelente necesita de todos modos escuchar a otros músicos y trabajar con ellos para poder hacer buena música, dijo.
En el ámbito de la educación, Eaton ha visto cómo alumnos que tienen dificultades con el desarrollo emocional aprenden a conectarse con sus emociones y las emociones de otros a través de la música. Siente que las clases desafían a los estudiantes a analizar las emociones, como por ejemplo qué sentía un compositor o qué significan realmente las letras. “En la escuela, los programas de música están fuertemente vinculados al desarrollo emocional”, dijo.
La poesía y otras artes también profundizan la inteligencia emocional, dijo Eaton.
Por el ejemplo
La sociedad estadounidense no destaca especialmente en inteligencia emocional, dijo Harvey, mencionando una tendencia a hablar con franqueza, con mala educación incluso. Los estadounidenses a menudo se interrumpen mutuamente en tanto dicen a sus hijos que deben ser respetuosos.
“No se puede ser guía en un lugar donde no se ha estado”, dijo, lamentando la falta de modelos para la inteligencia emocional.
Las vidas frenéticas dificultan ayudar a los niños a ser inteligentes emocionalmente, dijo Josh Berry. “Lleva tiempo permitir que los niños se detengan a procesar sus pensamientos cuando están elaborando algo”. Sería más fácil y rápido para los padres darles la respuesta, pero eso no ayuda a desarrollar las habilidades deseadas.
“Tenemos una fuerte función de dirección”, dijo Miller. “Pero una parte de ésta consiste en dar un paso atrás y buscar otras posibilidades de ayudar a que nuestros hijos den a conocer sus propias ideas, sus decisiones y pensamientos”.
Harvey ha visto los frutos de la inteligencia emocional. Además de no acosar, un niño emocionalmente inteligente puede defender a alguien que está siendo acosado. Un niño debe ser compasivo para darse cuenta de que sus acciones lastiman a otro.
Si bien algunos niños son naturalmente compasivos, otros pueden ser ayudados a desarrollar ese rasgo. Es más difícil, no obstante, si los padres no han madurado emocionalmente. A veces necesitan ayuda para desarrollar su propia inteligencia emocional.
“La mayor parte de la investigación demuestra que los niños viven las vidas que viven sus padres o sea que para ayudar a los niños, es necesario ayudar al padre”.
Los hombres son particularmente buenos para ayudar a los niños a desarrollar su inteligencia emocional, dijo Harvey. Una de las razones puede ser que las mujeres “rescatan” a los niños mientras que los hombres dejan que piensen las cosas y hasta los dejan sentirse un poco frustrados antes de intervenir para ayudarlos. Email: lois@deseretnews.com, Twitter: Loisco