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Con su angelical mirada y su tierna sonrisa, Eduardo Negreros, esperaba impacientemente que los asistentes al evento terminaran el conteo de uno, dos y tres, para subir el switch que con su pequeña manita operaba y alumbrar el centro de la ciudad con sus luces navideñas. En Ogden, el niño de cuatro años, quien es una inspiración de lucha y valentía, fue aclamado por los cientos de asistentes en la noche inaugural, al ser escogido como el "Rey de las Festividades" y dar comienzo a las tan esperadas fechas navideñas. Como rey, le correspondía el honor de inaugurar la celebración del nacimiento del Salvador y encender las luces, tanto en el corazón de las personas como las de la ciudad, para esta gran celebración. Eduardo es un niño extraordinario, que a su pequeña edad ha inspirado a médicos, enfermeras, miembros de la comunidad y también ha sido la bendición más grande que sus padres y hermanos tienen. Más que una historia El niño tiene dos hermanos mayores, Josue de 24 e Iván de 19 años de edad. Después que nació Iván, su madre sufrió mucho cada vez que quedaba embarazada y no podía terminar su embarazo porque los perdía. "Cada vez que quedaba embarazada, nos llenábamos de esperanza, las ilusiones de volver a tener un bebé entre nosotros llenaba nuestros corazones, pero al poco tiempo, esa dicha se obscurecía cuando mi esposa perdía el bebé", comenta José Negreros, padre de la familia. Muchas veces la familia vivió esta experiencia, hasta llegaron e considerar la posibilidad de adoptar, para llenar el vacío que tenían. "Queremos muchísimo a nuestros hijos mayores, pero en nuestros corazones sabíamos que queríamos una familia más grande y estábamos haciendo todo lo que podíamos para lograrlo", continúa relatando el padre. Finalmente, hace más o menos cinco años, su esposa quedó embarazada de Eduardito. Comenta que en cada chequeo, los médicos y especialistas les confirmaban que el embarazo estaba progresando de forma satisfactoria, para la alegría de la familia. Sin embargo, más o menos al sexto mes de gestación, el médico les confirmó su preocupación, el bebé no estaba creciendo ni aumentando de peso en la forma debida. "Enseguida mi esposa fue hospitalizada y puesta bajo estricto monitoreo. De pronto un día mi esposa llamó y me dijo que todo estaba bien, pero necesitaba que fuera". Los médicos informaron a la pareja que era muy difícil que el bebé sobreviviera si practicaban una cesárea, porque el niño todavía estaba en un proceso de desarrollo y podría presentársele problemas muy serios de retrazo mental y otras complicaciones graves de salud. Cuando llegó José, su esposa muy calmada le dijo que le habían tenido que practicar una cesárea y que el niño ya había nacido. También extrajeron un tumor que su esposa tenía y que estaba creciendo muy cerca de donde estaba el bebé y que estaba creciendo más que el mismo niño. José relata que fue muy difícil ver al pequeñito, quien apenas había pesado un poco más de una libra y que no era más grande que un billete, lleno de tubos por todos lados. "El sentimiento de impotencia es muy grande al ver uno a sus seres queridos en esas condiciones, pero teníamos gran fe y confianza en nuestro creador y estábamos dispuestos a aceptar su voluntar". Pero desde esos momentos Eduardo mostró que era un guerrero y que quería vivir. Complicaciones le llegaban, complicaciones que él luchaba y ganaba la batalla. Cada día traía su propio afán, pero cada día la familia Negreros superaba los obstáculos y su fe crecía más y más al ver a su bebé desarrollarse y fortalecerse más y más. Eduardo permaneció casi un año en el hospital. Aunque el niño tenía desafíos grandes de salud, su progreso era constante y día a día vencía su lucha por la vida. Su padre sigue relatando que cuando llegó a la casa el bebé, no podían creerlo y desde ese mismo instante, todo relucía a su alrededor. A los dos años caminó y los médicos habían decidido que lo iban a someter a un tratamiento con hormonas para ayudarlo a crecer, pero fue interrumpido por unos vómitos y fiebre que lo enviaron al hospital de urgencias. Dice su padre a OKespañol, que por más de ocho horas estuvieron haciéndole una serie de exámenes que los llevaron a concluir que el niño tenía cáncer en el hígado. Inmediatamente fue puesto en tratamiento y su única esperanza de sobrevivir era la de recibir un trasplante de hígado. Era la época de navidad, y el niño ya llevaba más de dos meses hospitalizado en tratamiento continúo para controlar el cáncer. "Todos los días teníamos la esperanza que íbamos a recibir la noticia que nuestro hijo iba a recibir el transplante y ese día llegó cerca de la navidad. Fue el regalo de navidad de lo alto que recibimos ese año", agrega José. Después de 16 horas de cirugía, los doctores les informaron que el trasplante había sido todo un éxito y que ahora tenían que esperar que el organismo del niño aceptara el nuevo hígado y no reaccionara en forma negativa. Para fortuna del niño, su cuerpo se ha adaptado casi completamente y por primera vez en su vida, no había visitado el hospital por casi ocho meses, a excepción para hacerse sus chequeos rutinarios. Historia paralela Mientras Eduardo luchaba por sostener su vida y sus padres le brindaban todo el apoyo y amor, la vida de la familia era bendecida con la presencia de otra preciosa niña que temporalmente compartía con la familia. Los Negreros estaban sirviendo como padres de transición "foster parents" y tenían a cuidado a una niña de la misma edad de Eduardo. Vivió con ellos un tiempo y luego fue llevada a vivir con su madre. Lo cierto es que entre las idas y venidas de Daisy, quien ahora tiene cuatro años de edad, viviendo con sus padres biológicos y sus padres de transición, muy pronto tuvo otra hermanita Samira, actualmente de tres años. Pensando en el beneficio de las niñas, su madre biológica las dio en adopción y los Negreros tuvieron la oportunidad de adoptarlas. Hoy día alegran el hogar entre risas, gritos, carreras por un lado y por el otro; y sobre todo son una fuente de vida para Eduardo, quien no haya la hora de estar con ellas y poder compartir los juegos y el tiempo que pueden estar juntos. Make a wish Foundation Como parte de la obra social que realiza la fundación, proveen los medios para cumplir los deseos de un niño que esté en tratamiento para combatir el cáncer y Eduardo fue escogido el año pasado. La familia decidió que una de las cosas que el niño más disfrutaría sería el poder llevarlo a Disney World en Orlando, Florida. De manera que la fundación hizo los arreglos necesarios, para que todos los miembros de la familia Negreros pudiera visitar el parque recreacional. "No nos equivocamos porque Eduardo disfrutó cada minuto que estuvo allí. Además que nos trataron como reyes", recalca el padre muy emocionado al recordar esos momentos que pasaron como familia. Para la familia Negreros no ha sido fácil. Entre atender a los tres niños pequeños, hospitales y atender su propio negocio, han tenido que desarrollar gran paciencia y aprender a establecer las prioridades inmediatas de la vida de su familia. Pero eso sí, reconocen que gracias a sus tres hijos menores, han sido grandemente bendecidos y han conocido gente muy buena que los ha ayudado y han podido fortalecerse como familia y apreciar cada día más el amor del Creador. Cecilia Skinner is the Community Editor and investigative reporter for OKespañol a Spanish publication of Deseret Media. She has more than 20 years of experience writing and editing in Spanish. She focuses on education, health and immigration.