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Expertos en salud afirman que no todas las aplicaciones de actividad física son iguales

Expertos en salud afirman que no todas las aplicaciones de actividad física son iguales


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La gente lo lleva en los tirantes de las camisetas, se lo guarda en un bolsillo o se lo ajusta a la muñeca. Lo lleva a las reuniones de trabajo, se lo regala a los demás y chequea las medidas que registró al terminar el día.

Es el Fitbit, que ha tomado por asalto el mundo de la actividad física.

En 2013, el Fitbit acaparó el 67% de las vendas de dispositivos de monitoreo de la actividad física, muy por encima de competidores como el Jawbone UP, según un estudio del NPD Group. Al año siguiente, la empresa lanzó una campaña publicitaria mundial para llamar la atención sobre sus productos, incluso entre aquellos que se ejercitan de la manera más casual.

Un comercial popular de la campaña reproducido más de tres millones de veces en YouTube muestra a hombres y mujeres con su Fitbit puesto mientras realizan varias actividades cómicas: andan en patineta, juegan al ping pong, bailan, caminan por una cuerda floja y saltan una pared de llamas, por nombrar algunas de ellas.

Al terminar el comercial, en la pantalla aparecen las palabras “Find your fit” (“encuentra tu fit”, un juego de palabras entre la voz inglesa “fit” – en buen estado físico/algo que se ajusta a ti – y el nombre del producto), recordándoles a los potenciales compradores que pueden personalizar el aparato de monitoreo como lo hacen con sus rutinas de ejercicio.

Al aprovechar los avances tecnológicos que permiten a los usuarios recopilar datos sobre sus actividades físicas con facilidad, las aplicaciones de actividad física para smartphones y otros dispositivos de los llamados “wearables”, como el Fitbit, revolucionaron el arte de la ejercitación.

Pero un estudio publicado en enero en la revista académica American Journal of Preventive Medicine determinó que las aplicaciones más populares no aprendieron la lección de la ciencia conductista, o sea, que no son muy efectivas para mejorar las rutinas de actividad física de una persona. Por ejemplo, 79 de las cien aplicaciones más vendidas de este tipo en los mercados Apple iTunes y Google Play incorporaban alguna clase de soporte para redes sociales a sus sistema, aunque no haya investigaciones concluyentes de que eso constituya una estrategia motivacional exitosa.

David Conroy, uno de los autores del estudio, dijo que la homogeneidad casi total del mercado de aplicaciones para la actividad física se torna problemática cuando deja de lado técnicas de eficacia comprobada para modificar la conducta por métodos más nuevos y ostentosos.

“Estamos desbordados de datos” aunque la compilación de estos, desde la balanza en el baño hasta la cinta para medir la presión arterial en un consultorio médico, no sea una forma efectiva de motivar a todos los que se ejercitan, afirma Conroy.

Conroy y otros investigadores del área de la salud tienen algunos consejos para quien quiera bajarse una aplicación o comprar un dispositivo “wearable”, y suenan bastante parecidos al slogan de Fitbit: no todas las aplicaciones son iguales, y uno debe buscar la tecnología que le sirva.

El potencial

Entre 2011 e 2013, el número de smartphones entre los adultos estadounidenses creció más de 20 puntos porcentuales, pasando de 35% a 56%, según el Pew Research Center.

Esa popularización vertiginosa fue una buena noticia para la industria de las aplicaciones de actividad física en dispositivos móviles y para los prestadores de servicios de salud, porque la tecnología de los smartphones tiene potencial para promover un mundo más sano, escribió por e-mail Rebecca Silliman, directora de comunicaciones de MyFitnessPal.

“El smartphone es el dispositivo que llevas contigo las veinticuatro horas del día y tiene una capacidad enorme para capturar datos relevantes”, explica Silliman.

Los smartphones pueden contar los pasos que uno da o la distancia corrida. También pueden contener aplicaciones que incorporan datos más sofisticados sobre la salud, recopilados por dispositivos como el Fitbit, como por ejemplo el ritmo cardíaco o la presión arterial.

Por ejemplo, cualquiera que lleve una Nike FuelBand – otro competidor del Fitbit – en la muñeca puede salir a correr, sincronizar el dispositivo a su smartphone por medio de la tecnología de Bluetooth y utilizar la aplicación en su celular para analizar y medir cuántos pasos dieron y cuántas calorías quemaron en comparación con ejercicios anteriores.

Conroy y sus colegas reconocieron estos servicios al comienzo de su estudio, explicando que lo que los inspiró a trabajar en él fueron las oportunidades que brindaban las aplicaciones para la actividad física en smartphones.

“(Las aplicaciones) tienen el potencial para promover un cambio en la conducta y reducir el riesgo de enfermedades no transmisibles”, escribieron los científicos. Entre este tipo de enfermedades se encuentran problemas asociados al peso, como la diabetes y las dolencias cardíacas.

Sin embargo, al concentrarse casi exclusivamente en el soporte para redes sociales y en servicios ligados a datos, la industria de la actividad física en dispositivos móviles está perdiendo parte de su potencial, dijo Conroy, profesor de Medicina Preventiva en la Northwestern University.

Conroy da como ejemplo el monitoreo automático de actividades, actualmente un estándar para la mayoría de las aplicaciones. Los diseñadores supusieron que la conveniencia sería una cualidad atractiva, ignorando los beneficios del monitoreo hecho voluntariamente por la persona, explica Conroy.

“El monitoreo por voluntad propia es el proceso en el cual las personas piensan sobre su conducta. Ellas registran el tiempo que pasaron haciendo actividad física durante el día y lo comparan a sus metas”, dijo Conroy. “Sabemos (por investigaciones anteriores) que las intervenciones sobre la propia salud con este tipo de monitoreo son 60% más efectivas que las demás […] Es muy curioso que muchas de estas aplicaciones no hayan considerado posibilitar eso con sensores en el teléfono”.

La evolución constante de la industria de las aplicaciones para la actividad física implica que los desarrolladores agreguen funciones nuevas y adapten las viejas en forma constante, dijo Conroy, pero el estudio mostró la forma en que los cambios parecen inspirarse más en avances tecnológicos que en la ciencia conductista.

Encontrando lo que te sirve

La buena noticia para los consumidores de estas aplicaciones es que todavía es posible encontrar soluciones personalizadas en un mercado donde cada opción parece más de lo mismo, dijo la Dra. Connie Chen, directora de salud y cofundadora de la aplicación para la actividad física Vida.

El proceso exige que las personas piensen de forma crítica qué tipo de motivación les sirve más y que estén dispuestas a abandonar una aplicación o un dispositivo “wearable” cuando no está produciendo resultados, dijo Chen.

Aquellos que suelan armar listas de cosas para hacer podrían encontrar una aplicación que priorice la creación de rutinas de ejercicio, y los que no puedan parar de comer pueden usar MyFitnessPal, que viene con sólidas herramientas para medir las calorías consumidas. Y para aquellos abrumados por la gran cantidad de opciones, existen aplicaciones diseñadas para producir planes personalizados, cuenta Chen, quien desataca que Vida recurre a instructores de salud que hablan con los usuarios para verificar su progreso y ofrecen planes de ejercitación.

La clave para tener éxito con una aplicación para la actividad física es determinar cuál producto hará que uno se esfuerce todos los días, explica la doctora. “No importa qué tan interesante sea el enfoque, si las personas no lo adoptan, no funcionará”.

Otra lección para tener en cuenta es que estas aplicaciones “no son una solución mágica”, dijo Conroy. Para tener un buen estado físico sigue siendo necesario lo de siempre: trabajar duro y sudar.

Además, el mundo de la alta tecnología no debería quitarle tiempo a la gente para hacer las actividades que le hacen sentirse bien, aunque no eliminen el mayor número de calorías o grasa.

“No se trata exclusivamente de divertirse, pero es un buen punto de partida”, dijo Conroy. E-mail: kdallas@deseretnews.com; Twitter: @kelsey_dallas

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Kelsey Dallas

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