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Cada tarea que desempeñamos durante los largos años que pasamos en la fuerza de trabajo nos enseña algo. Mi hija de 16 años lleva un mes en su primer empleo “verdadero” y hasta ahora ha sido para ella una experiencia excelente, con muchas lecciones positivas.
Cada tarea que desempeñamos durante los largos años que pasamos en la fuerza de trabajo nos enseña algo.
Muchas veces, la lección es tan simple como: “Decididamente, no quiero hacer esto para el resto de mi vida”. Pero otras veces –afortunadamente la mayor parte del tiempo- las lecciones son más positivas.
Mi hija de 16 años lleva aproximadamente un mes en su primer empleo “de verdad” y hasta ahora ha sido para ella una experiencia excelente. No sólo aprendió cosas nuevas, también ganó algo de dinero y desarrolló un poco más de independencia.
En otras palabras, está cumpliendo las metas que se propuso en una columna que escribí antes de que comenzara a trabajar en una tienda de sándwiches cerca del lugar donde vivimos.
También descubrió, empero, que su empleo “de verdad” le deparó algunas sorpresas.
Por ejemplo, ella suponía, dijo, que cada empleado de la tienda estaría concentrado en una sola tarea, pero en realidad intervienen en cualquier oportunidad que haga falta. Se sintió feliz siendo parte de ese tipo de colaboración.
También se sorprendió por la camaradería inmediata que se generó con sus compañeros de trabajo, y por el ritmo de trabajo, que es un poco más acelerado de lo que esperaba.
“Es más intenso de lo que suponía”, dijo. “Pensaba que sería así alrededor de mediodía, pero es más de lo que pensaba”.
Debido a ese ritmo, justamente, está más cansada de lo que esperaba después de un turno de cinco a seis horas.
“No se me había ocurrido pensar que podría cansarme más”, dijo. “Pienso que no debería estar cansada como estoy porque en realidad no es un trabajo de horario completo, sobre todo porque la mayor parte del tiempo estoy parada detrás de una caja, hablando...
“Me ha enseñado que es necesario dormir bien de noche. Y que se trabaja mucho. Me parece que no nos damos cuenta de lo difícil que es tener un empleo con horario completo que lo tenemos”.
Esa revelación me resultó fascinante porque pienso que se traducirá en una valoración un poco mayor de ‘su viejo’. También me lleva a pensar que no estoy loco por estar agotado al final de un día sentado frente a la computadora. Es sorprendente lo cansadora que puede ser esa actividad.
Mi hija está contenta, dijo, con lo rápido que aprendió diferentes tareas pero también mencionó que no todas le resultan fáciles. Por ejemplo, trabajó como cajera de la tienda durante muchos de sus turnos recientes, y dijo que por momentos fue difícil.
“Lo más difícil es, quizá, cuando alguien ordena algo o quiere algo en su sándwich y no sé a qué botón corresponde”, dijo. “Entonces tengo que tomar una lapicera y escribirlo. Y a veces se me olvida y entonces (los que hacen los sándwiches) tienen que agregarlo después”.
También es difícil tomar las órdenes cuando las personas hablan en voz muy baja, dijo, y eso generalmente desemboca en repetir las órdenes nuevamente varias veces.
“Lo más difícil que hice hasta ahora es ser cajera, tal vez porque no implica armar algo, sino saber exactamente lo que se debe hacer”, dijo. “Y se interactúa con las personas, no con su comida”.
La semana pasada estuve un día en la tienda mientras ella trabajaba como cajera y me impresionó considerablemente lo eficiente y hábil que era para tomar los pedidos de la gente. Se mostraba agradable y atenta, pese a que había mucho movimiento. Supongo que por eso últimamente sus gerentes le han pedido que cumpla esa función.
Y hablando de los gerentes, dijo que está impresionada con lo que saben y lo bien que pueden hacer todo lo asociado con el negocio. Observarlos la ayudó a entender mejor cómo interactuar en forma efectiva con la gente en el ambiente de trabajo a diferencia de la casa o la escuela.
De hecho, trabajar con buenas personas ha sido una de los aspectos favoritos del empleo. Me parece totalmente lógico. Los compañeros de trabajo y los directivos tienen una enorme influencia en el placer que me dan los distintos trabajos. Yo he tenido mucha suerte en ese sentido a lo largo de mi carrera y espero que mi hija sea igualmente afortunada.
También me alegra que su empleo haya cimentado su amor por el trabajo.
“Me gusta el hecho de que me mantenga ocupada la mayor parte del tiempo”, dijo. “Si no hay gente, siempre hay algo que se puede hacer para preparar todo para el día siguiente, o limpiar...
“El 24 de julio, hubo poca actividad o sea que terminamos con todo y no teníamos nada para hacer. Fue espantoso. Probablemente me convenga seguir buscando empleos que me mantengan ocupada, donde siempre haya algo que hacer y con algún objetivo bueno”.
Creo que esa es una gran lección para aprender. Mis trabajos favoritos también fueron los que no me dieron tregua, y siempre es mejor estar ocupado que aburrido.
Mi hija también mencionó cuando empezó este trabajo que esperaba ganar más independencia y mejorar su habilidad para administrar el dinero, y fue muy divertido ver su excitación cuando recibió su primera paga.
Enseguida planeó cómo iba a manejarla, señalando cuánto reservaría para una contribución en nuestra iglesia, cuánto necesitaría para devolvernos el dinero que nos debía, cuánto dejaría para gastar y cuánto pondría en una cuenta de ahorros.
“Creo que entiendo mejor lo que es recibir grandes cantidades de dinero de golpe y administrarlo”, dijo.
Cumplió su plan como pensaba. Y, para gratificarse y aprovechar una de las primeras veces que la dejamos conducir sola, pasó la semana pasada un día a comprarse un refresco con su propio dinero. Siempre recordaré la sonrisa dibujada en su cara al estacionar nuevamente en casa. Parecía que estaba dando sus primeros pasos en la vida adulta y los disfrutaba totalmente.
Estoy seguro de que siempre será para mí la pequeña de cabello ondulado que me tiene a su merced desde el momento en que nació. Estoy ansioso, no obstante, por ver qué logra mientras continúa aprendiendo y creciendo, tanto en el trabajo como en la vida.
