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Cómo acercarse a una viuda joven: qué no se debe decir

Cómo acercarse a una viuda joven: qué no se debe decir


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El marido de Michelle Eborn murió cuando ella estaba embarazada de su quinto hijo en 2006. Esta viuda joven ha tenido que resolver montones de cosas que nunca imaginó que debería enfrentar.

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Cuando Chris Eborn murió en 2006, su esposa, Michelle, estaba rodeada de amigos –parejas del vecindario que se habían trasladado hasta St. George para que los hombres pudieran competir en un triatlón. Chris tuvo un paro cardíaco mientras nadaba y nunca terminó la carrera.

Los Eborn, ambos de 34 años, vivían en Kaysville, Utah, y tenían cuatro hijos. Michelle estaba embarazada del quinto.

En el velatorio, dos mujeres jóvenes –desconocidas- se pararon frente a ella. No nos conoces, dijeron. Pero nos conocerás. Somos también viudas jóvenes. Y seremos grandes amigas.

La Oficina del Censo de los Estados Unidos hizo un recuento de 14,3 millones de estadounidenses viudos en 2010, en su mayoría –11,4 millones- mujeres. Existe una tendencia a imaginar la viudez como una consecuencia de la vejez, pero un tercio de los viudos pierde a su cónyuge antes de la edad de 45 años. Las mujeres jóvenes no están preparadas para la viudez y sufren en cierta medida un trastorno de estrés post-traumático, dijo Gwen Peterson, presidente de la Hope for Widows Foundation. La visión que tienen de su vida y sus planes para el futuro quedan destrozados.

Cómo ayudar –inclusive qué decir- a las viudas jóvenes ante semejante pérdida es un problema para quienes las aman y desean aportarles algún consuelo. Generalmente, las personas no tienen idea de cómo abordar el tema de una muerte prematura.

“¿Quién ayuda a estas mujeres a enfrentar el duelo?” preguntó Peterson, la mejor amiga de Michelle Eborn. “Nadie. En general a nadie le gusta ver sufrir a otra persona”.

Peterson hizo todo lo que pudo imaginar para ayudar a Eborn, quedándose incluso a pasar la noche. Pero “esas viudas hicieron por ella lo que yo nunca habría podido hacer”, dijo. “La mantuvieron viva emocionalmente. Podía llamarlas a las 4 de la madrugada para hablar. Les decía que sentía tanto dolor físico que no sabía cómo podría sobrevivir”.

Las dos viudas habían sobrevivido al dolor emocional y a través de ellas, Eborn pudo atisbar un futuro. No veía aún la posibilidad de volver a casarse que llegaría casi ocho años más tarde, ni de cofundar el grupo de apoyo Hope for Widows Foundation (Hopeforwidows.org). No obstante, se animó a tener la esperanza de salir adelante.

Estar presente

Eborn continúa estando sorprendida por las muestras de afecto y por cómo estuvieron dispuestos a ayudarla. Pero la mayor ayuda fue la más simple, dijo. Iban a verla.

Los amigos llegaban con comidas y se llevaban a sus hijos, incluida la recién nacida, para que ella pudiera descansar. Le hacían recados y se sentaban con ella.

Para ayudar realmente, no hay que preguntar. Se debe elegir algo y hacerlo. “Cuando muere tu cónyuge, en realidad no sabes qué necesitas. Las demás personas tienen miedo de violar límites y entonces no hacen nada. Yo probablemente habría dicho ‘nada’ si me hubieran preguntado cómo podían ayudarme. Pero necesitaba ayuda”.

Ellen Gerst de Phoenix, Arizona, tenía 39 años cuando su marido se suicidó hace 19 años. Estaban juntos desde la adolescencia y tenían dos hijos varones de 10 y 15 años. Ella cree que fue víctima de un pánico momentáneo, pero no había vuelta atrás.

Sabía que “a la larga” ella estaría bien y tomó la decisión de esforzarse por lograrlo, pero sentía preocupación por los chicos. Alguien en Survivors of Suicide le dijo que los hijos siguen la guía de un padre: Si ella contenía sus emociones, ellos harían lo mismo. “Si les muestra que está bien expresar las emociones, ellos también lo harán”.

Los llevó, asimismo, a un grupo de apoyo para hijos en duelo, donde pudieran analizar sus sentimientos y su pérdida alejados de ella.

Gerst valoró sobre todo los ofrecimientos concretos de ayuda: el amigo o la amiga que tomaban la iniciativa en lugar de esperar a que se lo pidieran, y decía: “Dame la lista de compras y voy yo”, o llevaba a sus hijos a la escuela. Hubo quien ayudó a su hijo mayor a aprender a conducir, algo que Gerst no podía hacer en ese momento.

Ryan Dunn, un doctorando en Utah State University que realiza una investigación sobre viudas jóvenes para su tesis, considera que la mejor forma de ayudar es responder a la necesidad que se percibe. Las viudas pueden no saber qué necesitan o sentirse incómodas pidiendo ayuda. Pero las que entrevistó estaban agradecidas a las personas que cortaban el césped, barrían las aceras o lavaban los platos que veían en la pileta de la cocina. Es especial el afecto hacia quienes acompañaron a las viudas jóvenes a la oficina de la Seguridad Social o las ayudaron con los impuestos, dijo Dunn.

Ahora, si una persona que él conoce enviudara, él le daría un abrazo y diría “lo lamento”, dijo. En el caso de una persona más formal, sería una palmada en el hombro. Sin interferir, buscaría una manera de ayudar. Si trajeran comida, se levantaría volando y volvería con platos, servilletas y tenedores, por ejemplo. O, con la debida autorización, se llevaría un rato a los niños.

“Lo que haría sobre todo es sentarme a escuchar. Escuchar es algo deseado y valorado. Otra cosa que surgió una y otra vez: mencionar al individuo fallecido por su nombre y contar historias sobre él. ‘¿Sabes lo que me gustaba de Steve? Cómo podía animar una reunión. ¿Te acuerdas de cuando se quemó la camisa encendiendo los cohetes?’”

Una viuda tal vez no recuerde quién trajo o regaló algo. Nunca olvida que los Smith vinieron y se rieron con ella y hablaron sobre él, dijo Dunn.

También enfatizó la importancia de invitar a la viuda a trabajar en la iglesia, la escuela y otros lugares. Puede decir que no, pero también puede celebrar esa oportunidad.

Qué no se debe decir

No diga “Sé cómo te sientes”. No es así, aunque también hayas perdido a alguien, dijo Eborn. También se sintió herida por personas bien intencionadas de la iglesia que le decían: “¿No te sientes feliz de que haya un plan?” Su respuesta: “Odio el plan”.

“El tiempo lo cura todo” es otro desacierto bien intencionado. Es preferible ceñirse al “Lo lamento”, coincidieron ella y otras viudas.

Gerst tiene su propia lista de cosas que no se deben decir, como “Hay muchos peces en el mar; encontrarás a otro”. Y “Dios lo necesitaba más que tú”, algo de lo que ella, francamente, duda.

La frase que crispa a Alanna Mejias de Kempner, Texas, es “Es hora de dar vuelta la página”. No se puede dar vuelta la página, dijo Mejias, viuda a los 49 años. “Se sigue adelante y hay una nueva normalidad que se encuentra con el tiempo. Yo todavía estoy encontrando la mía después de cuatro años y medio”.

También advierte que una viuda necesita contar su historia una y otra vez “porque no nos parece real. Los demás se cansan de oírla y no quieren escucharla”.

Hay quienes creen que deben llenar el silencio, dijo Gerst, que escribe libros sobre asistencia y cuidados y blogs sobre la pérdida. “Lo único que se debe hacer es estar. Yo me sentaré contigo mientras lloras. Las personas también sienten temor de mencionar a la persona que murió. La viuda quiere que lo hagan, no quiere que él sea olvidado”.

Los comentarios son en general bien intencionados, pero a veces nos preguntamos, como en el caso de una mujer que dijo: “Si te hace sentir mejor, yo desearía que mi ex estuviera muerto”.

Para Dunn, sentarse junto a la persona en silencio hace bien.

Apoyo continuo

Muchas viudas jóvenes tienen hijos que deben atender cuando más vulnerables y necesitadas de cuidado están, dijo Dunn. Suelen tratar de consolar a su familia política, que también sufrió una pérdida enorme.

“Algo que me dolió escuchar muchas veces es que después de dos meses, la gente dejaba de pasar. El apoyo desaparecía”, dijo.

Los expertos dicen que gran parte de los consejos destinados a ayudar a viudas jóvenes se aplican a cualquier pérdida, pero también señalan ciertas diferencias: Por ejemplo, las viudas jóvenes tienen menos probabilidades que los viudos jóvenes de volver a casarse y tardan más en hacerlo. Si bien ambos sexos sienten profundamente la muerte del cónyuge, hablan sobre ello y posiblemente lo procesan de otra manera. Las mujeres están más predispuestas a recordar repetidamente los detalles de la pérdida.

Hope for Widows Foundation fue creada en especial para las mujeres, dijo Peterson, precisamente porque la investigación demuestra que cada género vive el duelo de diferente manera. La fundación utilizará el poder de Internet, que desempeña un papel significativo en el apoyo a las viudas reuniendo a mujeres diversas, para ofrecer seminarios online en la Web para “enfrentar el duelo”. También proyectan realizar conferencias.

Amber Sawaya, co-propietaria de Sawaya Consulting, observó que una pariente quedó muy sacudida cuando su marido murió; su empresa se ofreció a crear el sitio de apoyo a las viudas, donando cientos de horas y recaudando dinero para armarlo.

“Cuando ocurre, nadie sabe qué decir ni hacer”, dijo Sawaya. “Nosotros sabíamos que podíamos hacer mucho para ayudarlas”.

Una de las características más populares del sitio es la sección cerrada, donde los usuarios deben ser viudas verificadas para participar en debates. Las mujeres comparten consejos y se brindan aliento unas a otras. Se escriben blogs en diferentes etapas del proceso de recuperación.

Después de 28 años de casados, al marido de Mejías le diagnosticaron un cáncer avanzado. El hecho de vivir 15 meses, les permitió “no dejar nada sin decir o hacer. Tuvimos tiempo de despedirnos y terminar nuestra vida juntos. Fue una gran bendición”.

Manny Mejias tuvo la previsión de escribir una nota para su hijo al dorso de su foto favorita. Fue un regalo de casamiento muy valorado que hizo llorar a madre e hijo en privado esa mañana en presencia de su testigo.

Manuel y Alanna Mejias eran ambos militares; en Fort Hood se ha lanzado, dijo, un proyecto para viudas militares que incluye ayudarlas a pensar medidas prácticas para cuidarse a sí mismas y a sus familias.

Las viudas necesitan ayuda online y también ayuda en persona, dijo Mejias.

“La pérdida y el duelo son lecciones para toda la vida”, dijo Gerst. “Al llegar a una meseta, debes recordar que es un lugar para descansar y decidir hacia dónde quieres ir”.

“Las viudas son vulnerables”, dijo Dunn. “Es necesario cuidarlas y amarlas. Por otro lado, debemos saber que también son fuertes, resistentes y maravillosas... No deben ser excluidas y son tan frágiles que deben estar entre algodones”.

Email: lois@deseretnews.com, Twitter: Loisco

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Lois M. Collins

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