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Ocho razones indiscutibles por las que hay que criar a los niños a la francesa

Ocho razones indiscutibles por las que hay que criar a los niños a la francesa


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La hora de irse a dormir es un caos, las migas lo cubren todo en la casa y es impensable llevar a un pequeño adorable (pero con tendencia a las rabietas) a cenar fuera.

No es así para los franceses.

En su mayor parte, los niños franceses asisten con toda tranquilidad a comidas de tres platos, las conversaciones no se ven interrumpidas por gritos ni lágrimas, y los bebés de tres meses duermen toda la noche. Si parece demasiado bueno para ser verdad, basta con leer el libro “Bringing up Bébé”, de Pamela Druckerman. Esta madre estadounidense aprendió por experiencia propia la sabiduría de los padres franceses al criar a su propia familia viviendo en Francia. Si bien los hijos de sus amigos franceses eran curiosos y creativos, su comportamiento también era excepcionalmente bueno.

Si bien criar a los niños por completo a la francesa es imposible si no se vive en Francia, instrumentar algunas técnicas francesas podría facilitar mucho los días –y las noches- de los padres.

Usted manda

“Yo soy quien decide”. Ese mantra francés proclama la autoridad de los padres. Una democracia en que los niños tengan tanta autoridad como los padres es algo inexistente en el estilo de crianza francés. Son los padres quienes deciden los horarios de irse a dormir, de comer, de jugar, de tomar refrigerios, etc.

Cuando se dice “no”, debe ser en serio. Eso no se relaciona tanto con el volumen o el tono de voz como con la convicción. Los niños pueden percibir cuando no se está seguro de una decisión y tratarán de hacernos cambiar de idea. Hay que tener calma pero también firmeza en las decisiones.

Un solo bocadillo

La rutina es crucial en la crianza a la francesa. Tomar un snack, por ejemplo, es algo que suele ocurrir alrededor de las 16:00 o 16:30 horas. El refrigerador y la despensa no son lugares de libre acceso a snacks ni golosinas. Sin que se trate de un programa estricto, los días están estructurados según una rutina predecible. Dentro de lo posible, hasta se alimenta a los bebés en horarios fijos. Al haber horarios fijos de comidas y un pequeño refrigerio a media tarde, atrás quedan los días de suplicar a un niño que coma la cena cuando ya se ha llenado de snacks. Significa también que no hay necesidad de incorporar snacks a cada bolso, auto, mochila y lunchera imaginables

Educar, no disciplinar

Druckman aprendió la diferencia de primera mano: “’Disciplina’: pronto me di cuenta de que es un concepto limitado y de escaso uso que se relaciona con el castigo, mientras que ‘educar’ (que no tiene nada que ver con la escuela) es algo que los padres franceses consideran que hacen todo el tiempo.”

Enseñar a los niños las consecuencias directas de su mal comportamiento es una forma de educarlos sobre las malas decisiones. Un recreo no tiene relación alguna con garabatos en las paredes, pero hacer que los niños limpien las marcas es educarlos en las consecuencias.

La paciencia es más que una virtud

Si bien todos los padres tratan de que sus hijos sean pacientes, para los padres franceses eso una prioridad. Postergar la gratificación es una habilidad que los niños aprenden a temprana edad. Si compran un caramelo o cualquier otra golosina al hacer recados, el snack no debe comerse hasta la hora apropiada, por más que falten varias horas para las 16:00. Se practica la paciencia mientras los niños aguardan con toda calma que le sirvan la comida al salir a cenar fuera o cuando esperan que la madre termine una conversación antes de pedir ayuda. Aprender a ser pacientes elimina las rabietas y las lágrimas cuando tienen que esperar un momento.

Autosuficiencia

Una amiga francesa de Druckerman le dijo haciendo referencia a su hijo: “Lo más importante es que aprenda a ser feliz por sus propios medios.” Esa independencia eliminará la constante estimulación que ocupa a los padres estadounidenses. Si se les permite hacerlo, los niños aprenderán a jugar alegremente solos, sin necesidad de un torrente de juguetes, juegos, aplicaciones de iPhone y snacks para mantenerlos estimulados.

Esa independencia también contribuye a que un bebé de tres meses duerma toda la noche. Los padres franceses utilizan “la pausa” antes de apresurarse a calmar el llanto nocturno de su bebé. Con frecuencia los bebés se calman solos y vuelven a dormirse.

Equilibrar la propia vida

El papel de una madre se inscribe en un contexto social y profesional. En Francia, la idea de ser padres helicóptero o de permitir que las actividades de un hijo gobiernen el día de los padres es por completo impensable. Las noches son para los adultos, y si bien la presencia de un niño es bienvenida mientras los padres conversan después de cenar, los niños entienden que ese horario es para los adultos.

Modales, por favor

Se enseña a los niños a decir siempre “por favor”, “gracias”, “hola” y “adiós”. Si bien los niños pueden entender perfectamente sus necesidades y emociones, hacer hincapié en los modales los ayuda a entender que también los demás tienen sentimientos.

Criar pequeños adultos independientes

Los niños tienen la capacidad de ser responsables, independientes y comprensivos. Si bien los franceses instituyen un firme cadre, o límites en relación con todo, dentro de ese marco hay mucha libertad. Es habitual que los niños de ocho años lleven a sus hermanos menores a casa al salir de la escuela o que tomen el metro. En el marco de las reglas que fijan los padres, los niños franceses gozan de mucha independencia. También en cierta medida se trata a los niños como a adultos. Cuando se va a una tienda de alimentos, las madres explican a los hijos el motivo. Por ejemplo: “Vinimos a comprar cosas que necesitamos para la casa, no juguetes ni golosinas.”

Si bien cada familia y cada niño son únicos, la crianza francesa posee algunas características que los padres estadounidenses valoran. Si resulta apropiado, hay que tratar de incorporar algunos de esos elementos a la rutina diaria para hacer todo lo posible por criar a los niños con una afectuosa firmeza. Cecilia Beltramo is a Uruguayan translator, journalist and borzoi breeder living and working in Buenos Aires, Argentina, for several years now for both local and international media. You can contact her via email at: ceciliabeltramosalaverria@gmail.c

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Emily Cummings

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