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No soy una madre perfecta

No soy una madre perfecta


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BOUNTIFUL — Estaba en la iglesia el domingo con un grupo de mujeres cuando una mujer levantó la mano y con humildad y emoción en su voz explicó que era una terrible madre porque estaba perdiendo la calma con sus hijos muy seguido últimamente.

La mujer está embarazada de ocho meses, tiene otros dos hijos pequeños en casa y su marido ha estado fuera los últimos tres meses por trabajo.

Mi corazón estaba con esta joven madre. Fue fácil sentir empatía por haber tenido esos mismos sentimientos de fracaso tantas veces yo misma y haber reaccionado de la misma manera que ella. Me di cuenta de que todos los libros de autoayuda, contar hasta 10 y conocer el lenguaje de amor de un niño es todo inútil en ese momento cuando el agotamiento físico y mental es tan fuerte que te lleva a tu punto de quiebre y el padre de los chicos no está ahí para venir al rescate —o tal vez ni siquiera exista.

En el mundo actual, a las madres se les recuerda constantemente lo traumático que es cuando le pegan a un hijo, o se les grita, el no alzarlos o jugar con ellos lo suficiente, o darles de comer alimentos no orgánicos, dejarlos jugar videojuegos o ver la televisión y darles azúcar o comida chatarra y todas esas otras cosas que probablemente yo hago mal o no hago lo suficiente.

Pero he aprendido algo en el intento de dar mi mejor esfuerzo para criar a mis tres hijos pequeños. Mi mejor esfuerzo no es igual a la perfección y nunca lo va a ser, y eso es un pensamiento que me da a la misma vez alivio y frustración.

He aprendido que hay un poder real cuando pido perdón a mis hijos cuando sé que una vez más he "fallado" como madre. Siempre me sorprende y me conmueve lo rápido que ofrecen el perdón sin tener en cuenta el hecho de que esta no es la primera vez que he tenido que pedírselos ni será la última. Tal vez sea más difícil todavía el aprender a perdonarme a mí misma —algo que para una madre puede ser increíblemente difícil, porque no hay nadie que se autocritique tanto como una madre.

Después de escuchar la confesión de esta joven madre, no pude resistirme a levantar la mano y le pregunté su nombre.

"Es Jacqueline." Dijo casi temerosa. Estoy segura de que le preocupaba estar a punto de recibir un consejo más sobre lo que debería haber hecho o qué podría hacer mejor.

"Bueno, Jacqueline," dije con emoción en mi voz. "La próxima vez que te sientas así llámame, ¿de acuerdo? Puedes gritar, patalear y cualquier otra cosa que necesites hacer para sentirse mejor otra vez. Hay veces que me siento igual y es normal. No soy perfecta y sé que cometo un montón de errores, pero amo a mis hijos tremendamente al igual que tú amas a los tuyos. Por eso sé algo con certeza, que a pesar de todos nuestros errores y deficiencias aún somos buenas madres tú y yo."

La verdad es que la mayoría de las madres son buenas madres, pero a veces nos convencemos a nosotras mismas y a los demás de que no es así. No hay manera correcta de ser una buena madre pero hay un millón de maneras de no serlo. Pregúntale a tu propia madre y verás. Si ella es como la mía, enseguida te dirá todas las cosas que hizo mal al criarnos. Sin embargo, en mis ojos ella lo hizo perfecto.

Cuando Jacqueline admitió sus sentimientos, yo no la juzgué, ni pensé que sus hijos tenían el sartén por el mango, ni me preocupé de que sufrirían toda su vida adulta por culpa de su madre. Simplemente sentí empatía. Yo no la conocía, pero la amaba. Quería que ella supiera lo que yo necesito escuchar tantas veces al criar a mis propios hijos. Que ella lo estaba haciendo muy bien. Ella no sólo era una buena madre, era excelente. Sobre todo quería que supiera que sus debilidades no la definen, sus puntos fuertes lo hacen.

A veces, como madres, no necesitamos un consejo más sobre crianza ni un libro más de autoayuda en nuestra mesa de luz. A veces simplemente necesitamos una amiga. Alguien que nos diga que nuestros hijos van a estar bien a pesar de nosotras y por nosotras —como cuando nos criaron a nostras.

Traducido por Amiel CoccoAmiel es el gerente y editor de www.TodoSobreAmor.com donde se dan consejos de amor a las parejas y familias. Amiel tiene una licenciatura en Marketing y Comunicaciones de la Universidad Brigham Young

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