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¿Qué es más nefasto, los rumores o el virus del Ébola?
En los Estados Unidos ha habido tres pacientes con la enfermedad. Leyendo los titulares de las noticias parecería que todo el país fue invadido por esta horrorosa peste de la era moderna. Sabemos que, lamentablemente, el Ébola mata a una velocidad aterradora. Desgraciadamente, pasamos por alto el peligro de los rumores.
Los rumores matan. No es simplemente un rumor. Hay innumerables ejemplos de personas que mueren por estampidas sin sentido desatadas por un rumor. Por eso la libertad de expresión no se extiende a gritar “¡fuego!” en un teatro repleto de gente.
Los rumores han hecho retroceder a enemigos en la batalla. Quizá no tanto como los tanques Abram A-1, pero son, de todas maneras, poderosas armas de guerra. Si los enemigos fueran gigantes y su sola mirada pudiera matar a 10 hombres, lo más aconsejable sería la retirada.
Los rumores llevan a los ejércitos a huir pero también impulsan a las pandillas a atacar. Ha habido quemas y linchamientos encendidos por la chispa de una información. La verdad se ve sofocada bajo el peso opresivo del prejuicio. Si una persona furiosa oye algo que encaja en su intolerancia de por sí enconada, la mentira es acogida como una amiga perdida durante largo tiempo. La habladuría confirma lo que la persona sabía desde siempre. Es un segundo testigo para su odio.
Actualmente, debemos soportar la creciente difusión tanto de la enfermedad como de los rumores. El enemigo más reciente no es un ejército desplegado ante nosotros con Armas de Destrucción Masiva. Es un virus del ARN monocatenario, demasiado pequeño como para verlo y demasiado diminuto como para olerlo o sentirlo. Este carácter invisible es mucho más aterrador que cualquier combatiente astuto. No hay ningún avión AWACS (sistema de alerta y control aerotransportado) que pueda ver lo que sólo un microscopio electrónico puede detectar.
¿Cómo pueden protegerse de la infección de este villano imperceptible y del pánico que la acompaña? Podemos optar por escuchar a los especialistas en enfermedades infecciosas en vez de charlatanes. Podemos aprender cómo es el contagio, cuáles son los modos de transmisión de persona a persona, el período de incubación, los mejores medios de protección y las terapias para los afectados. Nuestras fuentes deben ser confiables, no sólo cualquiera con un blog, un micrófono o alguien infectado por su sentimiento de ser importante.
Estamos ante una verdadera crisis de salud pública. Si alguien nos persigue, no es paranoia. Sin embargo, las probabilidades y los riesgos relativos deben desempeñar un papel fundamental en la justificación de nuestro pánico o nuestra calma. En el medio se encuentra la acción razonable. Cruzar la calle sigue siendo mucho más peligroso que la chance de contraer esta enfermedad.
Todo esto se olvida cuando organizaciones o personas que son depositarias de la confianza de la gente no ponen las cosas en perspectiva en sus comentarios sobre el peligro. Provocar a la audiencia con promociones estilo “Moriremos todos, más a las 11:00 horas”, no le brinda ningún servicio a la comunidad.
Para mejorar nuestra comprensión entre los rumores y la realidad, veamos este cuestionario.
Multiple choice:
A) El Ébola es el virus más mortífero que ha conocido la ciencia.
B) Hasta el momento, el Ébola mató más personas que todas las guerras juntas.
C) Con el brote en África Occidental, no debería dejar que los niños vayan a la escuela.
D) Por el Ébola, me daré la vacuna de la gripe.
Respuestas:
A) Cada año, el virus de la gripe mata a cientos de miles de personas, incluidos muchos niños. Pese a esta enorme crisis sanitaria, es algo que suele ignorarse. Además, muchos de los que protestan contra las vacunas son los mismos que más gritan para que el gobierno haga algo para frenar al Ébola.
B) En un concurso de matanzas, la guerra le gana al Ébola, pero la gripe y la peste superan con creces el combate del hombre contra el hombre.
C) El aislamiento de pacientes sintomáticos es lógico. No dejar que los niños vayan a la escuela, no.
D) La vacuna contra la gripe no protege contra el EBOV, pero sí ayuda contra la amenaza anual más probable.
Un virus epidémico viaja a la velocidad crucero de una aerolínea internacional. Lamentablemente, el pánico vuela con la rapidez de Internet. La verdad se esfuerza por alcanzar ambas cosas porque la velocidad del entendimiento se ve frenada por nuestros miedos.
Por ahora, ganan los temores. No tiene que ser así.
No dejemos que nos infecten ni el miedo ni el EBOV.
Joseph Cramer, pediatra matriculado, miembro de la American Academy of Pediatrics, ejerce la medicina desde hace 30 años y trabaja en el Primary Children’s Hospital y la Universidad de Utah.
Email: jgcramermd@yahoo.com
