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El nuevo rostro de la adicción a la heroína: cómo llega a los suburbios la droga más peligrosa en los Estados Unidos

El nuevo rostro de la adicción a la heroína: cómo llega a los suburbios la droga más peligrosa en los Estados Unidos


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Vivían en cajas raídas, autos abandonados, patios de casas en ruinas.

No importaba. Eran adictos en plena adolescencia y menores de treinta años. Lo único que necesitaban era heroína.

“No me preocupaba mi familia. Simplemente no tenía ningún objetivo”, dijo Blake Landry, de 23 años, en algún momento estrella prometedora de fútbol en una secundaria de Arizona, que comenzó con la heroína cuando tenía 20 años. “Simplemente pensaba ‘Bueno, seré adicta a la heroína por el resto de mi vida y listo’”.

Después de abandonar el deporte y la escuela, dejó de ser, según sus propias palabras, una “chica linda”, para convertirse en una “Barbie de gueto”, sucumbiendo a un estilo de vida que anteriormente parecía no amenazar a jóvenes como Landry.

Este es el nuevo rostro de la adicción a la heroína en Estados Unidos: jóvenes, blancos y cada vez más mujeres. El consumo de heroína está alcanzando proporciones epidémicas, alejándose del centro urbano para avanzar hacia los suburbios, con sus destructivas consecuencias.

En octubre de 2014, Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades publicó un estudio sobre muertes por sobredosis de heroína con datos de 28 estados. Desde 2010 hasta 2012, la tasa de mortalidad en estos estados se duplicó desde 1.779 muertes hasta 3.635, que se sumaron a las casi 10.000 muertes vinculadas a otro tipo de opioide: analgésicos recetados.

Y esta tendencia perturbadora no muestra signos de revertirse. Los científicos afirman que la demanda de heroína nunca había sido tan alta y que la oferta, debido a un montón de factores, creció para satisfacerla. La Evaluación anual de la Amenaza de las Drogas de la Drug Enforcement Administration (DEA) correspondiente a 2014 informó que las incautaciones de heroína en los Estados Unidos crecieron 87 por ciento desde 2009 (2.540 kilogramos) hasta 2013 (4.761 kilogramos). Esta situación se da en momentos en que la legalización de la marihuana llevó a las organizaciones traficantes de drogas a buscar otras fuentes de ingreso, y los comprimidos recetados para calmar el dolor se han vuelto más difíciles de conseguir.

“Hace veinte años, la heroína se consideraba un problema de los centros urbanos. Se asociaba a guetos, pobreza y principalmente a una población minoritaria”, dijo Theodore Cicero, vicepresidente de investigaciones en el departamento de psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis. Pero los datos relativos al consumo de heroína muestran que la droga está derribando esas fronteras tradicionales.

El sondeo de la DEA constató que 29,1 por ciento de los organismos policiales estatales participantes consideraron la heroína como la mayor amenaza en su comunidad, sólo después de la metanfetamina, que alcanzó 31,8 por ciento.

“Tenemos toda una constelación de preocupaciones que no teníamos antes”, dijo Cicero.

En tanto las comunidades luchan por enfrentar al nuevo asesino, los diseñadores de las políticas y los académicos tratan de pensar por qué razón chicos suburbanos con una buena situación económica como Landry terminan con agujas en sus brazos. Es un esfuerzo que debe corregir viejos estereotipos y apuntalar el estigma que antes mantenía a la heroína lejos del alcance de la mayoría de las personas, dijo Cicero.

“Estamos enfrentando una tormenta perfecta de mayor disponibilidad, costo bajo y la atracción del efecto que produce inyectarse heroína”, dijo. Y una vez que los jóvenes se vuelven adictos, la batalla para volver a la vida normal es casi imposible de ganar.

Incentivos económicos

Cicero lleva más de 20 años estudiando los opioides, es decir, la familia de drogas derivadas de la adormidera. Comenzó haciendo un seguimiento del abuso de analgésicos recetados, que experimentaron un aumento vertiginoso después del lanzamiento del OxyContin a mediados de los Noventas.

Sin embargo, en los últimos años, el foco de la investigación de Cicero se trasladó a la heroína, reflejando el avance que estaba teniendo lugar entre los consumidores de drogas. Su estudio publicado en mayo de 2014 (muro de pago) sobre la adicción a la heroína demostró que más de 60 por ciento de los adictos consumían analgésicos recetados antes de hacer la transición a la droga callejera más peligrosa.

La lógica de esta vinculación es la misma explicación que dio Cicero para el traslado de la heroína a los suburbios: la economía.

La heroína es más barata y más accesible que los analgésicos que requieren una receta del médico. Según la DEA, las iniciativas legislativas para reducir la cantidad de analgésicos recetados que circulan en las comunidades estadounidenses están teniendo éxito, lo que lleva a los adictos a los opioides a volcarse a la heroína. La Evaluación de la Amenaza de las Drogas informó que 79,5 por ciento de los consumidores primerizos de heroína abusaban de los medicamentos recetados.

Si bien los consumidores suelen decirle a Cicero que la heroína proporciona el mejor de los efectos de euforia, él ha constatado que muchos adictos habrían preferido seguir con los analgésicos.

“Me dicen: ‘(los opioides recetados) son legales y muy seguros’. Al mirar el contenido, se ve lo que es, y se lee el número, y está clara la dosis”, dijo. Pero cuando para alcanzar el mismo efecto hacen falta cada vez más comprimidos de los difíciles de conseguir, los incentivos para probar la heroína se acumulan enseguida”.

La Encuesta Nacional 2013 sobre Drogadicción y Salud Mental de la Administración de Servicios Sociales para el Abuso de Sustancias y Salud Mental informó que 681.000 estadounidenses consumieron heroína en 2013, lo cual incluía 169.000 consumidores primerizos mayores de 12 años. Es más del doble que la cantidad de consumidores de heroína en 2013, cuando 314.000 estadounidenses admitieron consumir la droga.

La investigación de Cicero analizó la conformación de esta población de usuarios a lo largo del tiempo, destacando que el paso de la heroína a los suburbios elevó su popularidad entre los blancos y las mujeres.

En el decenio 2010, el grupo de consumidores de heroína estaba integrado en un 90,3 por ciento por blancos y un 9,7 por ciento de no blancos, un cambio dramático respecto de los Sesentas, los Setentas y los Ochentas, cuando la población era más equilibrada. Por otra parte, las mujeres representan ahora 51,6 por ciento de los consumidores de heroína, un aumento de 34,4 puntos en comparación con los Sesentas.

El fin del camino

La transformación experimentada por la heroína de droga callejera estigmatizada a opiáceo más accesible es como una crónica de cómo las conductas se vuelven socialmente aceptables, dijo Cicero.

Los educadores en el área de drogas siempre tuvieron conciencia de que muchos adolescentes experimentaban con cigarrillos, alcohol y marihuana, pero, aun cuando el abuso de los analgésicos se volvía cada vez más común en los últimos dos decenios, la opción de probar heroína se consideraba un gran salto, poco atractivo para todos excepto los consumidores de drogas más perturbados.

La popularidad de los analgésicos recetados creó un camino más directo.

A medida que más personas se volcaban a la heroína por razones generalmente económicas, el miedo que rodeaba su consumo se disipó. Suele venderse como polvo para aspirar o fumar, lo cual haceque las personas no se inyecten, al menos inicialmente.

“El estigma va despareciendo ya que empiezan a ver que la consumen amigos o conocidos que no imaginaban que la consumían”.

La historia de Landry ilustra la progresión de una droga a otra que en la actualidad es cada vez más común. A los 16, empezó a fumar marihuana, haciendo ‘hongos’ y posteriormente, probando la metanfetamina. A los 20, era adicta a la heroína, no tenía domicilio y vivía en un auto con su novio.

Si bien los funcionarios de salud y los legisladores consideran problemática la creciente popularidad de cualquier droga ilegal, la heroína es un enemigo particularmente desgarrador. Si se tiene en cuenta que los adictos terminan dependiendo de la aplicación intravenosa, el consumo mayor de heroína trae aparejado un riesgo mayor de hepatitis y VIH, enfermedades que se propagan a través del uso de agujas sucias.

Además, la adicción es una reacción natural a la exposición a la heroína dado que la familia de los opioides es la cepa más adictiva de drogas. Todos los opiáceos funcionan conectándose con sitios receptores en el cerebro que reducen la percepción del dolor, y la heroína es ideal, lo cual torna más difícil resistirse, dijo el Dr. Bradley Lander, director clínico de psiquiatría de las adicciones en el Wexner Medical Center de la Universidad de Ohio.

En 2013, 517.000 consumidores de heroína dependían biológicamente de la droga, según la SAMHSA, lo cual representa más de 75 por ciento de los consumidores totales. Comparativamente, 57 por ciento de los consumidores de cocaína en 2013 eran dependientes.

En suma, la heroína es “el fin del camino” en el mundo de las drogas, dijo Cicero. Inyectarla con agujas proporciona el efecto de euforia más potente en el mercado, que los adictos le han descrito como un orgasmo de todo el cuerpo. Es una sensación por la que los consumidores entregan su vida.

Para comprar sachets de droga, Landry bailó para hombres, salió con pandillas y vendió la alianza de matrimonio de su padre. Perdió el control sobre su vida cotidiana, rompiendo relaciones con amigos y familiares en pos de su siguiente “high”.

Los adictos a la heroína no la abandonan hasta que tocan fondo, se llevan un susto por una sobredosis o, como en el caso de Landry, son arrestados.

Buscando soluciones

En 2011, Landry y su novio iban en auto por East Shea Ave. en Pheonix cuando los detuvo la policía. Revisaron el vehículo y encontraron marihuana en el piso debajo del asiento. También encontraron un pequeño alhajero que contenía heroína.

Landry admitió que era de ella y la detuvieron por posesión, iniciando así su camino hacia la recuperación.

Actualmente, Landry tiene 23 años y escribe canciones para interpretar en la capilla del centro de tratamiento Changing Lives en el centro de Phoenix. Allí, se conecta con mujeres que también sobrevivieron a situaciones trágicas, lo cual incluye a otras adictas en vías de recuperación.

No obstante, muchos heroinómanos no llegan a finales felices. La confusión en cuanto a la pureza de la heroína que llega a las calles trae aparejadas miles de muertes por sobredosis al año, y el difícil proceso de abstinencia lleva a que muchos fracasen en su intento de abandonarla, dijo Cicero.

Esta situación, además de la investigación más amplia sobre la droga, ha encendido un debate nacional para frenar el consumo de heroína.

“Todo nuestro objetivo para prevención y tratamiento estuvo centrado en las poblaciones pobres y de minorías. No estábamos preparados”, dijo Cicero.

En tanto crece en el país la conciencia del nuevo rostro de la adicción a la heroína, los expertos esperan que se destinen energía y recursos para ajustar estrategias anticuadas y mejorar los programas de educación en el área de las drogas.

“Pensemos en el costo para nuestra sociedad. ¿Estados Unidos es un mejor lugar si volvemos la espalda y dejamos que esto avance sin control?” dijo Doug Coleman, agente especial a cargo de la división Phoenix de la Drug Enforcement Administration estadounidense. “No. Todo lo que hagamos deberá apuntar a ‘¿Vamos a poder salvar a estos chicos?’

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Kelsey Dallas

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